El yoga no sólo es una herramienta para combatir el estrés. Se le atribuyen numerosos efectos benéficos para la salud que atraviesan todas las franjas etarias, y que van de mejorar las defensas del organismo hasta reducir la presión arterial.
El más reciente hallazgo es su capacidad para colaborar con la rehabilitación de las personas que han sufrido un accidente cerebro vascular (ACV), que es el taponamiento o la rotura de una arteria del cerebro.
Un ACV puede dejar múltiples secuelas. Según la encuesta realizada en 9 países de América Latina (la Argentina, incluida) a más de 900 familiares de pacientes con ACV, el 54% dijo que su pariente sufrió parálisis de un lado del cuerpo; el 41%, problemas de movilidad y dificultad para caminar, y el 23%, trastornos del habla. Para quienes padecen estas secuelas, el único camino de vuelta es la rehabilitación; y en este camino, el yoga parece ser un excelente aliado.
Un estudio cuyas conclusiones acaban de ser publicadas en la revista
Stroke: Journal of the American Heart Association mostró que las personas que
practican yoga tras haber sufrido un ACV mejoran el equilibrio dinámico y
estático, lo que reduce el riesgo de sufrir caídas. Al perder el miedo a
caerse, los pacientes se sienten más seguros y se vuelven menos dependientes.
Ya un estudio previo había mostrado que en estos pacientes el yoga mejoraba la
fuerza, la flexibilidad y la resistencia al ejercicio físico. En ambos
estudios, la práctica de yoga fue incluida dentro de un programa estándar de
rehabilitación física después de un ACV. Sin embargo, para muchos especialistas
los componentes físicos pero también mentales de la práctica de yoga pueden
aportar más beneficios que el ejercicio físico tradicional.
"Las evidencias sugieren que la combinación de posturas, respiración
y meditación son más beneficiosas cuando son utilizadas juntas, y pueden
producir diferentes efectos que el simple ejercicio", escribieron los
autores del estudio, todos ellos investigadores del Centro Medical Roudebush VA
de Indianapolis (Estados Unidos).
Pocos acceden a la rehabilitación. Muchas veces, las ventajas o
desventajas que presentan las diversas alternativas terapéuticas en estudios
controlados pueden ser bastante diferentes de lo que ocurre en la práctica,
donde siempre intervienen factores más azarosos. Un ejemplo de esto es que,
según comentó el doctor Luciano Sposato, director del Centro de Stroke del
Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro (Buenos Aires), “sólo el 30 por ciento de las personas que
sufren un accidente cerebrovascular accede a un programa de rehabilitación, y
sólo el 24 por ciento logra volver al trabajo”.“Muchos pacientes y familiares piensan que no hay ninguna posibilidad de rehabilitación, pero en la mayoría de los casos se puede –agregó el doctor Sposato–. La rehabilitación debería empezar lo antes posible; pero inclusive para quienes no han podido acceder durante los primeros meses es aconsejable la rehabilitación, ya que aún puede haber posibilidades de obtener alguna mejoría”.
El primer año posterior al ACV es el período crítico para obtener una buena recuperación de las funciones cognitivas y motoras dañadas, aunque en áreas como la del lenguaje es posible obtener mejorías aún pasado ese período. Se estima que en la Argentina, cada año 100.000 personas sufren un accidente cerebro vascular.
El yoga mejora la rehabilitación de pacientes que sufrieron un accidente cerebrovascular (ACV). Un estudio realizado por investigadores de Estados Unidos muestra que un programa de ocho semanas de actividad puede mejorar el equilibrio, la flexibilidad, la movilidad y aumentar la fuerza muscular y la resistencia.
El proyecto desarrollado por investigadores de la L. Richard Roudebush VA
Medical Center, Universidad de Indiana-Purdue University Indianapolis y
Bloomington IU presentó mayores veteranos que se estaban recuperando de un
derrame cerebral en el yoga. De acuerdo con información publicada por el sitio
Noticias Médicas Hoy en día, los voluntarios eran hombres y la mujer había
completado la terapia ocupacional después del accidente cerebrovascular, pero
siguió mostrando las pérdidas relacionadas con el derrame.
"Los resultados de nuestro estudio de la marcha tiene el potencial de afectar la práctica clínica para la recuperación de la movilidad", dijo Dierks, quien continúa: "La intervención de yoga fue diseñado para mejorar el equilibrio, no de la marcha, (...) pero vimos grandes mejoras en la mayoría de las medidas clínicas de la marcha”.
Con los resultados encontrados en este estudio sugiere que Schmid es
apropiado incluir la práctica del yoga en la recuperación de las personas que
han sufrido un derrame cerebral. Señala que la actividad debe estar guiada por
un terapeuta, así como el yoga, tiene formación en anatomía y fisiología, así
como información sobre cómo trabajar con personas con discapacidad.
El tai-chi, otro aliadoEl yoga no es la única disciplina que ha demostrado ser de utilidad en la rehabilitación física de las personas que han sufrido un accidente cerebro vascular.
Estudios previos han mostrado que practicar tai-chi también ayuda.
Quienes se valen de esta disciplina oriental mejoran significativamente
su equilibrio y reducen el riesgo de sufrir caídas. Uno de los aspectos
interesantes del tai-chi es que, una vez que la persona ha aprendido a realizar
los movimientos que lo caracterizan, puede practicarlos sola, en el momento en
que le resulta más adecuado y sin la dirección de un instructor.
- EL ACCIDENTE CEREBROVASCULAR
B. Aproximadamente 3 millones de mujeres y 2,5 millones de hombres mueren, cada año, a causa de los ACV.
C. La principal causa es la presión arterial elevada, seguido por factores de riesgo como el sedentarismo, tabaquismo, diabetes y obesidad.
ACV (Accidente CerebroVascular)
Hace más de 2,400 años el padre de la medicina, Hipócrates, reconoció y
describió el accidente cerebro vascular como el "inicio repentino de
parálisis". Hasta hace poco, la medicina moderna ha podido hacer muy poco por esta condición, pero el mundo de la medicina relacionada con los accidentes cerebro vasculares está cambiando y se están desarrollando cada día nuevas y mejores terapias. Hoy día, algunas de las personas que sufren un accidente cerebro vascular pueden salir del mismo sin incapacidad o con muy pocas incapacidades, si reciben tratamiento con prontitud. Los médicos hoy día pueden ofrecer a los pacientes que sufren un accidente cerebro vascular y a sus familias algo que hasta ahora ha sido muy difícil de ofrecer: la esperanza.
En tiempos antiguos el accidente cerebrovascular se conocía como apoplejía, un término general que los médicos aplicaban a cualquier persona afectada repentinamente por parálisis. Debido a que muchas condiciones pueden conducir a una parálisis repentina, el término apoplejía no indicaba diagnóstico o causa específica. Los médicos sabían muy poco acerca de la causa del accidente cerebrovascular y la única terapia establecida era alimentar y cuidar al paciente hasta que el mismo siguiera su curso.
La primera persona en investigar los signos patológicos de la apoplejía fue Johann Jacob Wepfer. Nacido en Schaffhausen, Suiza, en 1620, Wepfer estudió medicina y fue el primero en identificar los signos "posmorten" de la hemorragia en el cerebro de los pacientes fallecidos de apoplejía. De los estudios de autopsias obtuvo conocimiento sobre las arterias carótidas y vertebrales que suministran sangre al cerebro. Wepfer fue también la primera persona en indicar que la apoplejía, además de ser ocasionada por la hemorragia en el cerebro, podría también ser causada por un bloqueo de una de las arterias principales que suministran sangre al cerebro. Así pues, la apoplegía vino a conocerse como enfermedad cerebrovascular ("cerebro" se refiere a una parte del cerebro; "vascular" se refiere a los vasos sanguíneos y a las arterias).
La ciencia médica confirmaría con el tiempo las hipótesis de Wepfer, pero hasta muy recientemente los médicos podían ofrecer poco en materia de terapia. Durante las dos últimas décadas, los investigadores básicos y clínicos, muchos de ellos patrocinados y financiados en parte por el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (National Institute of Neurological Disorders and Stroke - NINDS), han aprendido mucho acerca del accidente cerebrovascular. Han identificado los principales factores de riesgo de esta condición médica y han formulado técnicas quirúrgicas y tratamientos a base de medicamentos para la prevención del accidente cerebrovascular. Pero quizás el acontecimiento nuevo más interesante en el campo de la investigación del accidente cerebrovascular es la aprobación reciente de un tratamiento a base de medicamentos que puede invertir el curso del accidente cerebrovascular, si se administra en las primeras horas después de aparecer los síntomas.
Estudios con animales han demostrado que la lesión cerebral ocurre dentro de unos minutos después de ocurrir un accidente cerebrovascular y puede hacerse irreversible dentro de un periodo de solo una hora. En los seres humanos, el daño cerebral comienza en el momento en que empieza el accidente cerebrovascular y a menudo continúa por días después de ocurrir el mismo. Los científicos saben ahora que hay una "ventana de oportunidad" muy reducida para tratar la forma más común del accidente cerebrovascular. Debido a éstos y a otros adelantos en el campo de la enfermedad cerebrovascular, los pacientes que sufren estos accidentes cerebrovasculares tienen ahora una probabilidad de sobrevivir y recuperarse.
¿Qué es un accidente cerebrovascular?
Un accidente cerebrovascular ocurre cuando el suministro de sangre a una
parte del cerebro se interrumpe repentinamente o cuando un vaso sanguíneo en el
cerebro se rompe, derramando sangre en los espacios que rodean a las células
cerebrales. De la misma forma que se dice que una persona que sufre una pérdida
de flujo sanguíneo al corazón tiene un ataque cardiaco, puede decirse que una
persona con una pérdida de flujo sanguíneo al cerebro o una hemorragia
repentina en el cerebro tiene un "ataque cerebral" o sufre un
accidente cerebrovascular.
Las células cerebrales mueren cuando dejan de recibir oxígeno y
nutrientes de la sangre o cuando son dañadas por una hemorragia repentina en el
cerebro y alrededor del mismo. Isquemia es el término utilizado para describir
la pérdida de oxígeno y nutrientes en las células cerebrales cuando no existe
un flujo adecuado de sangre. La isquemia conduce finalmente a un infarto, la
muerte de células cerebrales que con el tiempo son sustituidas por una cavidad
llena de fluido en el cerebro lesionado.
El término en inglés para describir el accidente cerebrovascular es
"stroke". En español, muchas personas comúnmente utilizan los
términos "ataque cerebrovascular" o "derrame cerebral".
Cuando se interrumpe el flujo de sangre al cerebro, algunas células
cerebrales mueren inmediatamente, mientras que otras permanecen sometidas a
riesgo de morir. Estas células dañadas constituyen la penumbra isquémica y
pueden permanecer en un estado de riesgo por varias horas. Con tratamiento
oportuno, estas células pueden salvarse.
Aún cuando un accidente cerebrovascular ocurre en los lugares recónditos del cerebro, los síntomas del mismo son fáciles de detectar. Entre éstos figuran los siguientes: entumecimiento o debilidad repentina, especialmente en un lado del cuerpo; confusión repentina o problemas con el habla o la comprensión; problemas repentinos en la vista con uno o ambos ojos; problemas repentinos en el andar, mareos o pérdida de equilibrio o coordinación; o un dolor de cabeza severo repentino sin causa conocida.
Todos los síntomas del accidente cerebrovascular aparecen repentinamente
y, a menudo, hay más de un síntoma al mismo tiempo. Por tanto, el accidente
cerebrovascular puede usualmente distinguirse de otras causas de mareos o
dolores de cabeza. Estos síntomas pueden indicar que ha ocurrido un accidente
cerebrovascular y que se necesita inmediatamente atención médica.
Hay dos formas de accidente cerebrovascular: el accidente cerebrovascular
isquémico – cuando hay un bloqueo de un vaso sanguíneo que suministra sangre al
cerebro, y el accidente cerebrovascular hemorrágico – cuando ocurre un
ensangramiento en el cerebro y alrededor del mismo. En las secciones siguientes
se describen estas formas de accidentes cerebrovasculares detalladamente.
Accidente cerebrovascular isquémico
Un accidente cerebrovascular isquémico ocurre cuando una arteria que
suministra sangre al cerebro queda bloqueada, reduciendo repentinamente, o
interrumpiendo el flujo de sangre y, con el tiempo, ocasionando un infarto en
el cerebro. Aproximadamente un 80 por ciento de todos los accidentes
cerebrovasculares son de tipo isquémico. Los coágulos de sangre son la causa
más común de bloqueo arterial y de infarto cerebral. El proceso de coagulación
es necesario y beneficioso en todo el cuerpo debido a que detiene la hemorragia
y permite reparar las áreas dañadas de las arterias o de las venas. Sin
embargo, cuando los coágulos de sangre se forman en el lugar incorrecto dentro
de una arteria, ocasionan una lesión devastadora al interferir con el flujo
normal de sangre. Los problemas de coagulación se hacen más frecuentes a medida
que las personas avanzan en edad. Los coágulos de sangre pueden ocasionar isquemia e infarto de dos formas. Un coágulo que se forma en una parte del cuerpo fuera del cerebro puede trasladarse a través de los vasos sanguíneos y quedar atrapado en una arteria cerebral. Este coágulo libre se denomina émbolo y a menudo se forma en el corazón. Un accidente cerebrovascular ocasionado por un émbolo se denomina accidente cerebrovascular embólico. La segunda clase de accidente cerebrovascular isquémico, llamado accidente cerebrovascular trombótico, es ocasionado por una trombosis. Una trombosis es la formación de un coágulo de sangre en una de las arterias cerebrales que permanece fijo a la pared arterial hasta que aumenta de tamaño, lo suficiente para bloquear el flujo de sangre al cerebro.
Los accidentes cerebrovasculares isquémicos también pueden ser ocasionados por estenosis, o estrechamiento de una arteria debido a la acumulación de placa (una mezcla de sustancias grasas, incluyendo el colesterol y otros lípidos) y de coágulos de sangre a lo largo de la pared arterial. La estenosis puede ocurrir tanto en las arterias grandes como en las pequeñas y, por tanto, se llama enfermedad de vasos grandes o enfermedad de vasos pequeños, respectivamente. Cuando ocurre un accidente cerebrovascular debido a una enfermedad de vasos pequeños, se desarrolla un infarto muy pequeño, llamado a veces infarto lagunar, de la palabra francesa "lacune" que significa "laguna" o "cavidad".
La enfermedad de los vasos sanguíneos más común que ocasiona estenosis es la arteriosclerosis. En la arteriosclerosis, depósitos de placa se acumulan a lo largo de las paredes interiores de las arterias grandes y medianas, ocasionando un aumento en el espesor, endurecimiento y pérdida de elasticidad de las paredes arteriales y una reducción en el flujo sanguíneo. El rol del colesterol y los lípidos sanguíneos con respecto al riesgo de accidente cerebrovascular se trata en la sección sobre colesterol en este documento
Accidente cerebrovascular hemorrágico
En un cerebro saludable, que funciona, las neuronas no entran en contacto
directo con la sangre. El oxígeno vital y los nutrientes que las neuronas
necesitan de la sangre llegan a las neuronas a través de paredes delgadas de
los capilares cerebrales. Las glias (celdas del sistema nervioso que soportan y
protegen a las neuronas) forman una barrera sanguínea-cerebral o hemoencefálica
-- una trama compleja que rodea a los vasos sanguíneos y capilares y controla
qué elementos de la sangre pueden pasar a través a las neuronas. Cuando se rompe una arteria en el cerebro, la sangre pasa al tejido circundante y perturba no sólo el suministro de sangre sino el equilibrio químico delicado que las neuronas requieren para funcionar. A este tipo de accidente cerebrovascular se le llama accidente cerebrovascular hemorrágico. Estos accidentes hemorrágicos representan aproximadamente un 20 por ciento de todos los ataques cerebrovasculares. La hemorragia ocurre de varias formas. Una causa común es una aneurisma sangrante, un lugar débil o delgado en una pared arterial. Con el tiempo, estos lugares débiles se dilatan o se hinchan en forma de globo bajo una presión arterial elevada. Las paredes delgadas de estas aneurismas en forma de globo pueden romperse y derramar sangre en el espacio que rodea a las células cerebrales.
La hemorragia también ocurre cuando las paredes arteriales se rompen. Las
paredes arteriales incrustadas con placa pierden con el tiempo su elasticidad y
se tornan quebradizas y delgadas, propensas a romperse. La hipertensión o la
alta presión sanguínea aumenta el riesgo de que una pared arterial quebradiza
ceda y libere sangre dentro del tejido cerebral circundante.
Una persona con malformación arteriovenosa también tiene un riesgo mayor
de sufrir un accidente hemorrágico. Las malformaciones arteriovenosas son un
conglomerado de vasos sanguíneos y capilares defectuosos dentro del cerebro que
tienen paredes delgadas y pueden, por tanto, romperse. La sangre procedente de las arterias cerebrales rotas puede pasar a la sustancia del cerebro o a los distintos espacios que rodean al cerebro. Una hemorragia intracerebral ocurre cuando un vaso sanguíneo dentro del cerebro derrama sangre en el propio cerebro. Hemorragia subaracnoide es la hemorragia bajo las meninges o membranas exteriores del cerebro al espacio delgado lleno de fluido que rodea al cerebro. El espacio subaracnoide separa a la membrana aracnoide de la membrana pia mater subyacente. Contiene un líquido claro (fluido cerebroespinal), así como los vasos sanguíneos pequeños que suministran sangre a la superficie exterior del cerebro. En una hemorragia subaracnoide, una de las pequeñas arterias dentro del espacio subaracnoide se rompe, inundando de sangre el área y contaminando el fluido cerebroespinal. Puesto que el fluido cerebroespinal fluye a través del cráneo, dentro de los espacios del cerebro, la hemorragia subaracnoide puede conducir a un extenso daño en todo el cerebro. De hecho, la hemorragia subaracnoide es el más mortal de todos los accidentes cerebrovasculares.
La Cascada Isquémica
El cerebro es el órgano más complejo del cuerpo humano. Contiene cientos de miles de millones de células que se interconectan para formar una red compleja de comunicación. El cerebro tiene varios tipos diferentes de células, de las cuales las más importantes son las neuronas. La organización de las neuronas en el cerebro y la comunicación que ocurre entre ellas conducen al pensamiento, la memoria, la actividad cognoscitiva y la toma de conciencia. Otros tipos de células cerebrales se llaman generalmente glia (de la palabra griega que significa "goma o pega"). Estas células complementarias del sistema nervioso proporcionan sustento y apoyo a las neuronas vitales, protegiéndolas contra la infección, las toxinas y el trauma. Las glias constituyen la barrera sanguínea-cerebral entre los vasos sanguíneos y la sustancia del cerebro.
El accidente cerebrovascular es la aparición repentina de parálisis ocasionada por lesión a las células cerebrales al verse perturbado el flujo de sangre. La lesión ocasionada por un vaso sanguíneo bloqueado puede ocurrir dentro de varios minutos y progresar durante horas como resultado de una cadena de reacciones químicas que es desencadenada después de la aparición de los síntomas del accidente cerebrovascular. Los médicos y los investigadores llaman a menudo a esta cadena de reacciones químicas, la cascada isquémica, la cual conduce a una lesión permanente del cerebro ocasionada por el accidente cerebrovascular.
Muerte de las células primarias
En la primera etapa de la cascada isquémica, se corta el flujo de sangre de una parte del cerebro (isquemia). Esto conduce a una falta de oxígeno (anoxia) y falta de nutrientes en las células de esta área fundamental del cerebro. Cuando la falta de oxígeno se hace extrema, las mitocondrias, las estructuras productoras de energía dentro de la célula, no pueden ya producir suficiente energía para permitir el funcionamiento celular. Las mitocondrias se descomponen, liberando productos químicos tóxicos llamados radicales libres de oxígeno al citoplasma de la célula. Estas toxinas envenenan la célula desde adentro hacia afuera, ocasionando la destrucción de otras estructuras celulares, incluyendo al núcleo.
La falta de energía en las células hace que los canales ordenados de la membrana celular que normalmente mantienen homeostasia se abran y permitan a cantidades tóxicas de iones de calcio, sodio y potasio entrar en las células. Al propio tiempo, la célula isquémica lesionada libera aminoácidos excitativos, tales como el glutamato, en el espacio entre las neuronas, conduciendo a una sobreexcitación y lesión de las células circundantes. Con la pérdida de homeostasia, el agua irrumpe en la célula hinchándola (llamado edema citotóxico) hasta que la membrana celular explota bajo la presión interna. Entonces, la célula nerviosa queda permanentemente lesionada y, para todos los efectos, muerta (necrosis e infarto).
Después de que comienza un accidente cerebrovascular, las primeras células que van a morir pueden morir dentro de 4 a 5 minutos. La respuesta al tratamiento que restaura el flujo sanguíneo hasta 2 horas después de la aparición del accidente cerebrovascular indicaría que, en la mayoría de los casos, el proceso no ha terminado por al menos 2 ó 3 horas. Después de ese intervalo, con raras excepciones, la mayor parte de la lesión que ha ocurrido es esencialmente permanente.
- Falta de sensación o debilidad repentina en la cara, el brazo, o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo.
- Confusión repentina, o problema al hablar o comprender lo que se habla.
- Problema repentino en ver por uno o por ambos ojos.
- Problema repentino al caminar, mareos o pérdida de equilibrio o de coordinación.
- Dolor de cabeza severo repentino sin causa conocida.
Ahora hay terapias eficaces para tratar el accidente cerebrovascular que deben de administrarse en un hospital, pero pierden su eficacia si no se administran en las primeras 3 horas después de que aparecen los síntomas de un accidente cerebrovascular. ¡Cada minuto cuenta!
¿Quién está sometido a riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular?
Algunas personas están sometidas a un riesgo mayor de sufrir un accidente cerebrovascular que otras. Entre los factores de riesgo imposibles de modificar figuran la edad, el género, la raza/etnicidad, y un historial de accidentes cerebrovasculares en la familia. En cambio, otros factores de riesgo de accidente cerebrovascular, tales como la alta presión sanguínea o el uso de cigarrillos, pueden ser modificados o controlados por la persona sometida a dicho riesgo.
Factores de riesgo no modificables
Es un mito que el accidente cerebrovascular ocurre sólo en los adultos. En realidad, el accidente cerebrovascular ocurre en todos los grupos de edades, desde los fetos aún en el vientre materno hasta las personas de 100 años. Es cierto, no obstante, que las personas mayores de edad tienen un riesgo más alto de sufrir un accidente cerebrovascular que la población en general y que el riesgo de accidente cerebrovascular aumenta con la edad.
Por cada década después de la edad de 55 años, el riesgo de accidente cerebrovascular se duplica, y dos terceras partes de todos los accidentes cerebrovasculares ocurren en personas mayores de 65 años. Las personas mayores de 65 años también tienen un riesgo siete veces mayor de morir de un accidente cerebrovascular que la población en general. Y la incidencia del accidente cerebrovascular está aumentando proporcionalmente con el incremento de la población de edad avanzada. Cuando los niños nacidos en los años de la explosión demográfica lleguen a ser personas mayores de 65 años de edad, el accidente cerebrovascular y otras enfermedades típicas de la vejez, tomarán un significado aún mayor en el campo de la salud.
El riesgo de accidente cerebrovascular varía entre los diferentes grupos étnicos y raciales. La incidencia de accidente cerebrovascular entre los afroamericanos es casi el doble de la de los norteamericanos de raza blanca. También el doble de afroamericanos que sufren un accidente cerebrovascular mueren por el evento en comparación con los norteamericanos de raza blanca. Los afroamericanos entre las edades de 45 y 55 años tienen de cuatro a cinco veces mayor probabilidad de morir debido a un accidente cerebrovascular que las personas de la raza blanca. Después de la edad de 55 años, la tasa de mortalidad por accidente cerebrovascular entre las personas blancas aumenta y es igual a la tasa de los afroamericanos.
Otros factores de riesgo
Los factores de riesgo más importantes en los accidentes cerebrovasculares son la hipertensión, la enfermedad cardiaca, la diabetes y el consumo de cigarrillos. Otros factores incluyen el elevado consumo de alcohol, niveles altos de colesterol en la sangre, consumo de drogas ilícitas y condiciones genéticas o congénitas, especialmente anomalías vasculares. Las personas con más de un factor de riesgo tienen lo que se conoce como una "amplificación del riesgo". Esto significa que los factores de riesgo múltiples aumentan sus efectos destructivos y crean un riesgo general mayor que el efecto acumulativo simple de los factores de riesgo individuales.
El medicamento antihipertensivo puede reducir el riego de accidente cerebrovascular de una persona. Estudios recientes indican que el tratamiento puede disminuir la tasa de incidencia de accidente cerebrovascular en un 38 por ciento y reducir la tasa de mortalidad en un 40 por ciento. Entre los agentes hipertensivos comunes figuran los agentes adrenérgicos, los betabloqueadores, los inhibidores de enzimas que convierten angiotensina, los bloqueadores de canales de calcio, los diuréticos y los vasodilatadores.
Actualmente se está realizando una investigación para determinar la importancia del PFO como causa de un accidente cerebrovascular. El aneurisma septal atrial (ASA), malformación congénita (presente desde el nacimiento) del tejido cardiaco, es un abultamiento del septum o pared cardiaca en uno de los atrios del corazón. Los investigadores no saben por qué esta malformación aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular.
El "patent foramen ovale" (PFO) y el aneurisma septal atrial (ASA), ocurren frecuentemente juntos y, por tanto, aumentan el riesgo de accidente cerebrovascular. Otras dos malformaciones del corazón que parecen aumentar el riesgo de estos accidentes cerebrovasculares por razones desconocidas son el ensanchamiento atrial izquierdo y la hipertrofia ventricular izquierda. Las personas con ensanchamiento atrial izquierdo tienen un atrio izquierdo más grande de lo normal en el corazón; y los que tienen hipertrofia ventricular izquierda tienen un aumento en el espesor de la pared del ventrículo izquierdo.
Otro factor de riesgo de accidente cerebrovascular es la cirugía cardiaca para corregir malformaciones del corazón o invertir los efectos de la enfermedad cardiaca. Los accidentes cerebrovasculares que ocurren durante la cirugía cardiaca son usualmente el resultado de placas que se desplazan quirúrgicamente de la aorta y se trasladan a través de la corriente sanguínea hasta las arterias en el cuello y la cabeza, ocasionando un accidente cerebrovascular. La cirugía cardiaca aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular de una persona en un 1 por ciento. Otros tipos de cirugía pueden aumentar también el riesgo de accidente cerebrovascular.
Diabetes. La diabetes es otra enfermedad que aumenta el riesgo de una persona de sufrir un accidente cerebrovascular. Las personas con diabetes tienen tres veces el riesgo de un accidente cerebrovascular de las personas sin diabetes. El riesgo relativo de accidente cerebrovascular de la diabetes alcanza el punto más elevado en los cincuenta y sesenta años de edad y disminuye después de los sesenta años.
Al igual que la hipertensión, el riesgo relativo de accidente cerebrovascular por diabetes es más elevado en los hombres a una edad más temprana y más elevado en las mujeres a una edad más avanzada. Las personas con diabetes pueden también tener otros factores de riesgo que pueden contribuir a aumentar el riesgo general de accidente cerebrovascular. Por ejemplo, la prevalencia de hipertensión es 40 por ciento más elevada en la población diabética que en la población general.
Niveles de colesterol en la sangre. La mayoría de las personas saben que los niveles de colesterol altos contribuyen a la enfermedad cardiaca. Pero muchas personas no comprenden que un nivel alto de colesterol también contribuye al riesgo de accidente cerebrovascular. El colesterol, una sustancia similar a la cera producida por el hígado, es un producto vital del cuerpo. Contribuye a la producción de las hormonas y la vitamina D y es un componente integral de las membranas celulares.
El hígado fabrica suficiente colesterol para atender las necesidades del
cuerpo y esta producción natural de colesterol sola no es un importante factor
contribuyente a la arteriosclerosis, a la enfermedad cardiaca y al accidente
cerebrovascular. La investigación ha demostrado que el peligro del colesterol
proviene de la ingestión dietética de alimentos que contienen altos niveles de
colesterol. Los alimentos con alto contenido de grasa saturada y colesterol,
como las carnes, los huevos y los productos lácteos, pueden aumentar la
cantidad de colesterol total en el cuerpo a niveles alarmantes, contribuyendo
al riesgo de arteriosclerosis y al aumento en el espesor de las arterias.
El colesterol se clasifica como un lípido, lo que significa que es soluble en grasa en vez de ser soluble en agua. Otros lípidos son los ácidos grasos, los glicéridos, el alcohol, las ceras, los esteroides y las vitaminas solubles en grasa, tales como la A, D, y E. Los lípidos y el agua, como el aceite y el agua, no se mezclan. La sangre es un líquido con base de agua, por lo que el colesterol no se mezcla con la sangre. A fin de trasladarse a través de la sangre sin acumulación, el colesterol necesita estar cubierto por una capa de proteína. El colesterol y la proteína juntos se denominan lipoproteínas.
Hay dos clases de colesterol, llamados comúnmente "colesterol bueno" y "colesterol malo". El colesterol bueno es lipoproteína de alta densidad o LAD (en inglés HDL); el colesterol malo es lipoproteína de baja densidad o LBD (en inglés LDL). Juntas, estas dos formas de colesterol constituyen el nivel de colesterol total en la sangre de una persona. La mayoría de las pruebas de colesterol miden el nivel de colesterol total en la sangre y muchas veces no distinguen entre el colesterol bueno y el colesterol malo. En las pruebas de colesterol total en la sangre, se considera seguro un nivel inferior a 200 mg/dL *, mientras que un nivel de más de 240 se considera peligroso y pone a una persona en riesgo de enfermedad cardiaca y de sufrir un accidente cerebrovascular.
La mayor parte del colesterol en el cuerpo está en forma de lipoproteína de baja densidad o LBD o "colesterol malo". Las lipoproteínas de baja densidad circulan a través de la corriente sanguínea, recogiendo el exceso de colesterol y depositando el colesterol donde se necesita (por ejemplo, para la producción y mantenimiento de membranas celulares). Pero cuando comienza a circular demasiado colesterol en la sangre, el cuerpo no puede manejar el exceso de lipoproteínas de baja densidad que se acumula a lo largo del interior de las paredes arteriales.
La acumulación de lipoproteínas de baja densidad (LDL en inglés), que
recubre el interior de las paredes arteriales se endurece y se convierte en
placa arterial, conduciendo a estenosis y arteriosclerosis. Esta placa bloquea
los vasos sanguíneos y contribuye a la formación de coágulos de sangre. El
nivel de lipoproteína de baja densidad de una persona debería ser inferior a
130 mg/dL para ser seguro. Los niveles de lipoproteínas de baja densidad entre
130 y 159 colocan a la persona en un riesgo ligeramente más elevado de
arteriosclerosis, de enfermedad cardiaca y de sufrir un accidente
cerebrovascular. Una puntuación de más de 160 de lipoproteínas de baja densidad
coloca a una persona en gran riesgo de sufrir un ataque de corazón o un
accidente cerebrovascular.
La otra forma de colesterol, la lipoproteína de alta densidad (HDL en inglés), es beneficiosa y contribuye a la prevención de los accidentes cerebrovasculares. La lipoproteína de alta densidad lleva un pequeño porcentaje de colesterol en la sangre, pero en vez de depositar su colesterol en el interior de las paredes arteriales, vuelve al hígado para descargar su colesterol. El hígado elimina luego el exceso de colesterol transmitiéndolo a los riñones. En la actualidad, cualquier puntuación de lipoproteína de alta densidad superior a 35 se considera deseable. Estudios recientes han demostrado que altos niveles de lipoproteínas de alta densidad están asociados a un menor riesgo de enfermedad cardíaca y de accidentes cerebrovasculares y que bajos niveles de lipoproteínas de alta densidad (por debajo de 35 mg/dL), incluso en personas con niveles normales de "colesterol malo",conducen a un mayor riesgo de enfermedad cardíaca y de accidentes cerebrovasculares.
Una persona puede reducir su riesgo de arteriosclerosis y de sufrir un accidente cerebrovascular mejorando sus niveles de colesterol. Una dieta saludable y ejercicio regular son las mejores formas de reducir los niveles totales de colesterol. En algunos casos, los médicos recetan medicamentos para reducir el colesterol y estudios recientes han demostrado que los tipos más nuevos de estos medicamentos, llamados inhibidores de reductasa o medicamentos de estatina, reducen notablemente el riesgo de accidente cerebrovascular en la mayoría de los pacientes con colesterol elevado. Los científicos consideran que las estatinas pueden actuar reduciendo la cantidad de colesterol malo que el cuerpo produce y reduciendo la reacción inmunológica inflamatoria del cuerpo a la placa de colesterol asociada con la arteriosclerosis y con el accidente cerebrovascular.
http://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/15/08/2012/c8f079/nota_papel.pdf
http://www.estiloyoga.com/2011/10/acv-accidente-cerebrovascular.html
http://www.isaude.net/es/noticia/28280/ciencia-y-tecnologia/el-yoga-mejora-la-rehabilitacion-de-pacientes-que-sufrieron-accidente-cerebrovascular
http://yaerahoraenlaradio.blogspot.com.ar/2009/11/estudian-nuevas-estrategias-para-la.html
VIDEOS:
Después de que comienza un accidente cerebrovascular, las primeras células que van a morir pueden morir dentro de 4 a 5 minutos. La respuesta al tratamiento que restaura el flujo sanguíneo hasta 2 horas después de la aparición del accidente cerebrovascular indicaría que, en la mayoría de los casos, el proceso no ha terminado por al menos 2 ó 3 horas. Después de ese intervalo, con raras excepciones, la mayor parte de la lesión que ha ocurrido es esencialmente permanente.
¿Cómo reconoce usted un accidente cerebrovascular?
Los síntomas de un accidente cerebrovascular aparecen repentinamente.
Trate de detectar estos síntomas y esté preparado para actuar con rapidez para
ayudarse a usted mismo o para ayudar a alguna persona con la que usted se
encuentre: - Falta de sensación o debilidad repentina en la cara, el brazo, o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo.
- Confusión repentina, o problema al hablar o comprender lo que se habla.
- Problema repentino en ver por uno o por ambos ojos.
- Problema repentino al caminar, mareos o pérdida de equilibrio o de coordinación.
- Dolor de cabeza severo repentino sin causa conocida.
Si sospecha usted que alguien a quien usted conoce está experimentando
cualquiera de estos síntomas indicadores de un accidente cerebrovascular, no
espere.
Llame inmediatamente al número de emergencia 911.Ahora hay terapias eficaces para tratar el accidente cerebrovascular que deben de administrarse en un hospital, pero pierden su eficacia si no se administran en las primeras 3 horas después de que aparecen los síntomas de un accidente cerebrovascular. ¡Cada minuto cuenta!
¿Quién está sometido a riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular?
Algunas personas están sometidas a un riesgo mayor de sufrir un accidente cerebrovascular que otras. Entre los factores de riesgo imposibles de modificar figuran la edad, el género, la raza/etnicidad, y un historial de accidentes cerebrovasculares en la familia. En cambio, otros factores de riesgo de accidente cerebrovascular, tales como la alta presión sanguínea o el uso de cigarrillos, pueden ser modificados o controlados por la persona sometida a dicho riesgo.
Factores de riesgo no modificables
Es un mito que el accidente cerebrovascular ocurre sólo en los adultos. En realidad, el accidente cerebrovascular ocurre en todos los grupos de edades, desde los fetos aún en el vientre materno hasta las personas de 100 años. Es cierto, no obstante, que las personas mayores de edad tienen un riesgo más alto de sufrir un accidente cerebrovascular que la población en general y que el riesgo de accidente cerebrovascular aumenta con la edad.
Por cada década después de la edad de 55 años, el riesgo de accidente cerebrovascular se duplica, y dos terceras partes de todos los accidentes cerebrovasculares ocurren en personas mayores de 65 años. Las personas mayores de 65 años también tienen un riesgo siete veces mayor de morir de un accidente cerebrovascular que la población en general. Y la incidencia del accidente cerebrovascular está aumentando proporcionalmente con el incremento de la población de edad avanzada. Cuando los niños nacidos en los años de la explosión demográfica lleguen a ser personas mayores de 65 años de edad, el accidente cerebrovascular y otras enfermedades típicas de la vejez, tomarán un significado aún mayor en el campo de la salud.
El género o sexo de la persona también contribuyen al factor de riesgo de
sufrir un accidente cerebrovascular. Los hombres tienen un mayor riesgo de
sufrir un accidente cerebrovascular; sin embargo, un mayor número de mujeres
mueren debido a accidentes cerebrovasculares. El riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular
entre los hombres es 1.25 veces al de las mujeres. Pero los hombres no viven
tanto como las mujeres, por lo que los hombres son usualmente más jóvenes
cuando sufren un accidente cerebrovascular y, por tanto, tienen una tasa de
supervivencia más elevada que las mujeres. En otras palabras, aún cuando las
mujeres sufren menos accidentes cerebrovasculares que los hombres, las mujeres
son por lo general más viejas cuando sufren estos accidentes cerebrovasculares
y son más susceptibles de morir debido a los mismos.
El accidente cerebrovascular parece estar generalizado en algunas
familias. Varios factores pudieran contribuir a un riesgo de accidente
cerebrovascular familiar. Los miembros de una familia pudieran tener una
tendencia genética a factores de riesgo del accidente cerebrovascular, tales
como una predisposición heredada a la hipertensión o a la diabetes. La
influencia de un estilo de vida común entre los miembros de la familia pudiera
contribuir también al accidente cerebrovascular familiar. El riesgo de accidente cerebrovascular varía entre los diferentes grupos étnicos y raciales. La incidencia de accidente cerebrovascular entre los afroamericanos es casi el doble de la de los norteamericanos de raza blanca. También el doble de afroamericanos que sufren un accidente cerebrovascular mueren por el evento en comparación con los norteamericanos de raza blanca. Los afroamericanos entre las edades de 45 y 55 años tienen de cuatro a cinco veces mayor probabilidad de morir debido a un accidente cerebrovascular que las personas de la raza blanca. Después de la edad de 55 años, la tasa de mortalidad por accidente cerebrovascular entre las personas blancas aumenta y es igual a la tasa de los afroamericanos.
En comparación con los norteamericanos de raza blanca, los afroamericanos
tienen una mayor incidencia de factores de riesgo de accidente cerebrovascular,
incluyendo a la alta presión sanguínea y el consumo de cigarrillos. Los
afroamericanos tienen también una mayor incidencia y prevalencia de algunas
enfermedades genéticas, tales como la diabetes y la anemia falciforme, que les
predisponen para un accidente cerebrovascular.
Los hispanos y los indios norteamericanos nativos tienen tasas de
incidencia y mortalidad por accidente cerebrovascular más similares a las de
los norteamericanos de raza blanca. Los norteamericanos de origen asiático,
tienen tasas de incidencia y mortalidad por accidente cerebrovascular similares
a las de los norteamericanos de raza blanca, aún cuando los asiáticos en Japón,
China y otros países del Lejano Oriente tienen tasas de incidencia y mortalidad
por accidente cerebrovascular notablemente más elevadas que la de los
norteamericanos de raza blanca. Esto indica que el medioambiente y el estilo de
vida son factores que desempeñan un papel importante en el riesgo de accidente
cerebrovascular. Los factores de riesgo más importantes en los accidentes cerebrovasculares son la hipertensión, la enfermedad cardiaca, la diabetes y el consumo de cigarrillos. Otros factores incluyen el elevado consumo de alcohol, niveles altos de colesterol en la sangre, consumo de drogas ilícitas y condiciones genéticas o congénitas, especialmente anomalías vasculares. Las personas con más de un factor de riesgo tienen lo que se conoce como una "amplificación del riesgo". Esto significa que los factores de riesgo múltiples aumentan sus efectos destructivos y crean un riesgo general mayor que el efecto acumulativo simple de los factores de riesgo individuales.
Hipertensión. De todos los factores de riesgo que contribuyen al
accidente cerebrovascular, el más poderoso es la hipertensión o la alta presión
sanguínea. Las personas con hipertensión tienen un riesgo de accidente
cerebrovascular que es de cuatro a seis veces más elevado que el riesgo de los
que no tienen hipertensión. Una tercera parte de la población estadounidense
adulta, aproximadamente 50 millones de personas (incluyendo de un 40 a un 70
por ciento de los que ahora tienen más de 65 años de edad), sufren presión sanguínea
elevada. De un 40 a un 90 por ciento de las personas que sufren accidentes
cerebrovasculares, tienen alta presión sanguínea antes de ocurrir el accidente
cerebrovascular.
Una presión sistólica de 120 mm de Hg por encima de una presión
diastólica de 80 mm de Hg se considera generalmente normal. Una presión
sanguínea elevada persistentemente mayor de 140 sobre 90 conduce a un
diagnóstico de enfermedad llamada hipertensión. El impacto de la hipertensión
en el riesgo total de accidente cerebrovascular disminuye a medida que aumenta
la edad, por lo que otros factores adicionales desempeñan un papel mayor en el
riesgo general de accidente cerebrovascular en los adultos de más edad. En las
personas sin hipertensión, el riesgo absoluto de accidente cerebrovascular
aumenta con el curso del tiempo hasta alrededor de la edad de 90 años, cuando
el riesgo absoluto viene a ser el mismo que el de las personas con
hipertensión.
Así como en el accidente cerebrovascular, hay una diferencia entre
mujeres y hombres en la prevalencia de la hipertensión. En las personas más
jóvenes, la hipertensión es más común entre los hombres que entre las mujeres;
al aumentar la edad, más mujeres que hombres tienen hipertensión. Esta
diferencia de hipertensión entre hombres y mujeres y según la edad,
probablemente tiene un impacto en la incidencia y prevalencia del accidente
cerebrovascular en estas poblaciones. El medicamento antihipertensivo puede reducir el riego de accidente cerebrovascular de una persona. Estudios recientes indican que el tratamiento puede disminuir la tasa de incidencia de accidente cerebrovascular en un 38 por ciento y reducir la tasa de mortalidad en un 40 por ciento. Entre los agentes hipertensivos comunes figuran los agentes adrenérgicos, los betabloqueadores, los inhibidores de enzimas que convierten angiotensina, los bloqueadores de canales de calcio, los diuréticos y los vasodilatadores.
"Los factores de riesgo más importantes del accidente
cerebrovascular son la hipertensión, la enfermedad cardíaca, la diabetes y el
consumo de cigarrillos".
Enfermedad cardiaca. Después de la hipertensión, el segundo factor más
importante de riesgo de accidente cerebrovascular es la enfermedad cardiaca, en
especial una condición conocida como fibrilación atrial. La fibrilación atrial
es la palpitación irregular del atrio izquierdo, o la cámara superior izquierda
del corazón. En las personas con fibrilación atrial, el atrio izquierdo late a
un ritmo cuatro veces más acelerado que el resto del corazón. Esto conduce a un
flujo irregular de sangre y a la formación ocasional de coágulos de sangre que
pueden salir del corazón y trasladarse al cerebro, ocasionando un accidente
cerebrovascular.
La fibrilación atrial, que afecta a unos 2.2 millones de norteamericanos,
aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular de la persona de un 4 a un 6 por
ciento, y un 15 por ciento de los pacientes que sufren accidentes
cerebrovasculares tienen fibrilación atrial antes de sufrir uno de estos
accidentes cerebrovasculares. La condición es más prevaleciente en los grupos
de más edad, lo que significa que la prevalencia de la fibrilación atrial en
los Estados Unidos aumentará proporcionalmente con el crecimiento de la
población de edad avanzada. Al contrario de la hipertensión y otros factores de
riesgo que tienen menos impacto en el riesgo absoluto cada vez más elevado de
accidente cerebrovascular que proviene con el envejecimiento, la influencia de
la fibrilación atrial sobre el riesgo total de accidente cerebrovascular
aumenta poderosamente con la edad. En las personas con más de 80 años de edad,
la fibrilación atrial es la causa directa de uno de cada cuatro accidentes
cerebrovasculares.
Otras formas de enfermedad cardiaca que aumentan el riesgo de accidente
cerebrovascular son las malformaciones de las válvulas del corazón o el músculo
del corazón. Algunas enfermedades valvulares, como la estenosis de la válvula
mitral o la calcificación anular mitral, pueden duplicar el riesgo de accidente
cerebrovascular, independientemente de otros factores de riesgo.
Las malformaciones del músculo del corazón también pueden aumentar el
riesgo de accidente cerebrovascular. El "patent foramen ovale" (PFO)
es un conducto o agujero (llamado a veces "derivación") en la pared
del corazón que separa a los dos atrios o cámaras superiores del corazón. Los
coágulos en la sangre son filtrados usualmente por los pulmones, pero el PFO
podría permitir que émbolos o coágulos de sangre no entren a los pulmones y
pasen directamente a través de las arterias al cerebro, potencialmente
ocasionando un accidente cerebrovascular. Actualmente se está realizando una investigación para determinar la importancia del PFO como causa de un accidente cerebrovascular. El aneurisma septal atrial (ASA), malformación congénita (presente desde el nacimiento) del tejido cardiaco, es un abultamiento del septum o pared cardiaca en uno de los atrios del corazón. Los investigadores no saben por qué esta malformación aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular.
El "patent foramen ovale" (PFO) y el aneurisma septal atrial (ASA), ocurren frecuentemente juntos y, por tanto, aumentan el riesgo de accidente cerebrovascular. Otras dos malformaciones del corazón que parecen aumentar el riesgo de estos accidentes cerebrovasculares por razones desconocidas son el ensanchamiento atrial izquierdo y la hipertrofia ventricular izquierda. Las personas con ensanchamiento atrial izquierdo tienen un atrio izquierdo más grande de lo normal en el corazón; y los que tienen hipertrofia ventricular izquierda tienen un aumento en el espesor de la pared del ventrículo izquierdo.
Otro factor de riesgo de accidente cerebrovascular es la cirugía cardiaca para corregir malformaciones del corazón o invertir los efectos de la enfermedad cardiaca. Los accidentes cerebrovasculares que ocurren durante la cirugía cardiaca son usualmente el resultado de placas que se desplazan quirúrgicamente de la aorta y se trasladan a través de la corriente sanguínea hasta las arterias en el cuello y la cabeza, ocasionando un accidente cerebrovascular. La cirugía cardiaca aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular de una persona en un 1 por ciento. Otros tipos de cirugía pueden aumentar también el riesgo de accidente cerebrovascular.
Diabetes. La diabetes es otra enfermedad que aumenta el riesgo de una persona de sufrir un accidente cerebrovascular. Las personas con diabetes tienen tres veces el riesgo de un accidente cerebrovascular de las personas sin diabetes. El riesgo relativo de accidente cerebrovascular de la diabetes alcanza el punto más elevado en los cincuenta y sesenta años de edad y disminuye después de los sesenta años.
Al igual que la hipertensión, el riesgo relativo de accidente cerebrovascular por diabetes es más elevado en los hombres a una edad más temprana y más elevado en las mujeres a una edad más avanzada. Las personas con diabetes pueden también tener otros factores de riesgo que pueden contribuir a aumentar el riesgo general de accidente cerebrovascular. Por ejemplo, la prevalencia de hipertensión es 40 por ciento más elevada en la población diabética que en la población general.
Niveles de colesterol en la sangre. La mayoría de las personas saben que los niveles de colesterol altos contribuyen a la enfermedad cardiaca. Pero muchas personas no comprenden que un nivel alto de colesterol también contribuye al riesgo de accidente cerebrovascular. El colesterol, una sustancia similar a la cera producida por el hígado, es un producto vital del cuerpo. Contribuye a la producción de las hormonas y la vitamina D y es un componente integral de las membranas celulares.
El colesterol se clasifica como un lípido, lo que significa que es soluble en grasa en vez de ser soluble en agua. Otros lípidos son los ácidos grasos, los glicéridos, el alcohol, las ceras, los esteroides y las vitaminas solubles en grasa, tales como la A, D, y E. Los lípidos y el agua, como el aceite y el agua, no se mezclan. La sangre es un líquido con base de agua, por lo que el colesterol no se mezcla con la sangre. A fin de trasladarse a través de la sangre sin acumulación, el colesterol necesita estar cubierto por una capa de proteína. El colesterol y la proteína juntos se denominan lipoproteínas.
Hay dos clases de colesterol, llamados comúnmente "colesterol bueno" y "colesterol malo". El colesterol bueno es lipoproteína de alta densidad o LAD (en inglés HDL); el colesterol malo es lipoproteína de baja densidad o LBD (en inglés LDL). Juntas, estas dos formas de colesterol constituyen el nivel de colesterol total en la sangre de una persona. La mayoría de las pruebas de colesterol miden el nivel de colesterol total en la sangre y muchas veces no distinguen entre el colesterol bueno y el colesterol malo. En las pruebas de colesterol total en la sangre, se considera seguro un nivel inferior a 200 mg/dL *, mientras que un nivel de más de 240 se considera peligroso y pone a una persona en riesgo de enfermedad cardiaca y de sufrir un accidente cerebrovascular.
La mayor parte del colesterol en el cuerpo está en forma de lipoproteína de baja densidad o LBD o "colesterol malo". Las lipoproteínas de baja densidad circulan a través de la corriente sanguínea, recogiendo el exceso de colesterol y depositando el colesterol donde se necesita (por ejemplo, para la producción y mantenimiento de membranas celulares). Pero cuando comienza a circular demasiado colesterol en la sangre, el cuerpo no puede manejar el exceso de lipoproteínas de baja densidad que se acumula a lo largo del interior de las paredes arteriales.
La otra forma de colesterol, la lipoproteína de alta densidad (HDL en inglés), es beneficiosa y contribuye a la prevención de los accidentes cerebrovasculares. La lipoproteína de alta densidad lleva un pequeño porcentaje de colesterol en la sangre, pero en vez de depositar su colesterol en el interior de las paredes arteriales, vuelve al hígado para descargar su colesterol. El hígado elimina luego el exceso de colesterol transmitiéndolo a los riñones. En la actualidad, cualquier puntuación de lipoproteína de alta densidad superior a 35 se considera deseable. Estudios recientes han demostrado que altos niveles de lipoproteínas de alta densidad están asociados a un menor riesgo de enfermedad cardíaca y de accidentes cerebrovasculares y que bajos niveles de lipoproteínas de alta densidad (por debajo de 35 mg/dL), incluso en personas con niveles normales de "colesterol malo",conducen a un mayor riesgo de enfermedad cardíaca y de accidentes cerebrovasculares.
Una persona puede reducir su riesgo de arteriosclerosis y de sufrir un accidente cerebrovascular mejorando sus niveles de colesterol. Una dieta saludable y ejercicio regular son las mejores formas de reducir los niveles totales de colesterol. En algunos casos, los médicos recetan medicamentos para reducir el colesterol y estudios recientes han demostrado que los tipos más nuevos de estos medicamentos, llamados inhibidores de reductasa o medicamentos de estatina, reducen notablemente el riesgo de accidente cerebrovascular en la mayoría de los pacientes con colesterol elevado. Los científicos consideran que las estatinas pueden actuar reduciendo la cantidad de colesterol malo que el cuerpo produce y reduciendo la reacción inmunológica inflamatoria del cuerpo a la placa de colesterol asociada con la arteriosclerosis y con el accidente cerebrovascular.
FUENTE:
http://www.lavoz.com.ar/suplementos/salud/utilizan-yoga-como-rehabilitacion-despues-acvhttp://www.lanueva.com/edicion_impresa/nota/15/08/2012/c8f079/nota_papel.pdf
http://www.estiloyoga.com/2011/10/acv-accidente-cerebrovascular.html
http://www.isaude.net/es/noticia/28280/ciencia-y-tecnologia/el-yoga-mejora-la-rehabilitacion-de-pacientes-que-sufrieron-accidente-cerebrovascular
http://yaerahoraenlaradio.blogspot.com.ar/2009/11/estudian-nuevas-estrategias-para-la.html
VIDEOS:
Esta informacion es muy muy importante e interesante que devemos tener en cuenta.. a mi me gusta mucho el yoga y practico y como practicante les digo se obtienen grandes beneficios desde el momento que se comienza sientes como tu energia va trabajando.. practicalo!!
ResponderEliminarInformación muy completa, una aportación muy valiosa. Muchas gracias!!
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