Desde que comencé a enseñar hatha yoga muchos
alumnos que asisten a clases de manera esporádica, sin asistencia regular, me
preguntan por qué no encuentran los beneficios del yoga que ellos esperan.
Se refieren a que quieren lograr los “efectos mágicos”
que les han contado de la práctica de yoga. Muchos de estos alumnos asisten a clases
de yoga luego de haber intentado, con otras técnicas, solucionar problemas de
salud tanto mental como físicos e incluso temas irresueltos del plano
espiritual.
Muchos quieren que de manera inmediata, luego de
una o dos clases de yoga, puedan solucionar su insomnio, sus ansiedades, su
problemas de sobrepeso, sus angustias, su insatisfacción espiritual, etc….y eso
es verdaderamente imposible….
Y cuesta, en muchos casos, hacerles entender que
la práctica de yoga requiere de
compromiso, cambios, conducta, práctica diaria, de una cambio de hábitos…en fin…
de una nueva forma de vivir la vida.
El yoga es yoga… no es magia!!!
La expectativa exagerada de los efectos
positivos del yoga sin un compromiso de práctica
diaria y concienzuda no coincide con lo esperado por este impaciente alumno. Entonces
la desilusión aparece rápidamente y muy probablemente abandonen “antes de
empezar”.
Es muy común en este tipo de alumnos encontrar siempre
una excusa para no practicar. “Llueve,
hace frío, hace demasiado calor, hoy me levante cansada, estoy sin motivación,
me duele la cabeza, estoy con menstruación, trabaje mucho ayer, tengo que salir
temprano, la próxima semana empiezo de verdad, etc”…las excusas son muchísimas y
si tenemos la intención de no practicar encontraremos siempre el motivo para no
cumplir con el plan de yoga.
El ser humano es muy particular…pretende
demasiado y en poco tiempo sin aplicar una conducta de práctica y esfuerzo.
Cada alumno debería encontrar en el hatha yoga los
beneficios de acuerdo a su estado de evolución como ser pleno.
Algunos alumnos solo se dedicaran a la práctica
de las asanas, la relajación y los parnayamas, pero dejaran de lado la alimentación
sana vegetariana y el pensamiento positivo y meditación.
El camino del hatha yoga es un camino de evolución
y de compromiso. Es una forma de vida, una filosofía de vida que nada tiene que
ver con la religión o la fe.
Cuando uno comienza a transitar este camino del
hatha yoga con compromiso, conciencia y conducta, va avanzando en cada plano
fisco, mental y espiritual en una nueva vida.
Cómo
ser un yogi las 24 horas del día
Los secretos de la antigua ciencia del yoga
fueron transmitidos desde nuestros rishis, santos y sabios que vinieron a estos
Himalayas para la inspiración divina. Gracias a sus meditaciones, a sus
austeridades y a sus oraciones, se les concedió un cofre de sabiduría para el
beneficio de la humanidad.
El yoga no es una religión. No requiere que
creas en un Dios concreto o que recites ciertos mantras. Es una antigua ciencia
que lleva a la salud en el cuerpo, a la paz en la mente, a la felicidad en el
corazón y a la liberación del alma.
En estos tiempos la gente toma clases de yoga
para aprender las variadas técnicas de asanas (posturas), de pranayama (respiración) y de
meditación. Pero el yoga es más que eso. Yoga es un estilo de vida y sus
enseñanzas deberían penetrar cada aspecto de tu ser, desde tus acciones a tus
palabras a tus pensamientos.
Una sesión de asana tiene un principio y un
final. Empiezas a las 8 de la mañana, por ejemplo, y terminas a las 9. Tu
pranayama tiene un principio y un final. Empiezas, digamos a las 6 de la mañana
y terminas a las 7. Incluso la meditación, al menos al principio, tiene un
punto fijo de comienzo y un punto fijo de finalización. Te sientas en
meditación durante un número determinado de minutos u horas cada día.
Pero, ¿qué pasa con el resto del tiempo? ¿Cómo
vivir el yoga aún cuando no estás haciendo asanas, pranayama y meditación?
¿Cómo practicar el yoga en una tienda de comestibles?
¿Cómo vivir como un yogi en tu familia, en tu
lugar de trabajo o cuando estás atascado en el tráfico?
El yoga es un camino de ocho partes. Asana es
una parte; pranayama es otra; la meditación es otra más. Otros dos aspectos de
este camino son los denominados yama y niyama. Estos pueden ser libremente
traducidos como vivir virtuosamente. Estas son las reglas de por vida.
Siguiendo estas guías morales, éticas y espirituales, nuestra vida entera se
convierte en yoga.
En general, yama es ejercer control sobre
nuestros instintos más bajos, básicos y de tipo animal.
Por ejemplo, superando la avaricia, la lujuria,
la ira y la envidia, y no actuar nunca más basados en estos impulsos. Niyama puede ser interpretado
como abrazar valores más elevados, espirituales y humanos. Por ejemplo, ser
generoso y desinteresado, cultivar la piedad, la devoción, la compasión, la
lealtad y la humildad.
Los yama y niyama, si bien son conceptos
complejos pueden ser resumidos como “haz el bien y se bueno; haz lo divino y se
divino; mantén el nombre de Dios en tu corazón y en tus labios, y haz Su
trabajo con tus manos”.
Estos principios morales y éticos nos afectan
creamos en ellos o no. La gente puede decir, “Pero yo no soy Indio” o “Yo no
soy Hindú, así que no tengo que seguir estas leyes éticas”. Sin embargo, esto
no es cierto. Como mencioné, el yoga no es una religión. Esto implica que NINGUNO
de los ocho aspectos depende del sistema de creencia espiritual de cada uno.
Así como Shirshasana es beneficioso “crea” uno en ello o no, de modo similar
estas leyes morales y éticas del universo nos afectan creamos en ellas o no.
Son como la ley de la gravedad. Es cierto que
uno puede subir a lo alto de un edificio de 10 alturas y decir, “yo no creo en
la gravedad, así que voy a saltar”. Puede que mientras uno cae a través del
cielo, piense temporalmente que ha tenido éxito desafiando esta ley penetrante.
Aún así, inevitablemente, uno golpeará el suelo y su aliento vital será
inmediatamente retirado.
Similarmente, la gente puede vivir vidas llenas
de avaricia, de ira, de lujuria, de arrogancia y rechazo hacia sus iguales en
la humanidad durante años, pensando que son inmunes a estas leyes naturales que
nos afectan a todos. Sin embargo, a la larga, ellos también caerán al suelo y serán
destruidos.
Recuerdo que una vez, cuando estaba en el
extranjero, vi una señal que decía, “Sigue las reglas y disfrute de su
estancia”. Lo mismo ocurre en la vida también.
Hay tantas cosas que hacemos, de las que quizás
seamos conscientes que no son correctas, pero las hacemos de todos modos.
Mentimos, deseamos cosas que no son nuestras: “Cómo desearía que ese precioso
coche fuera mío en vez de suyo”. Mantenemos malos pensamientos unos sobre otros:
“Si cayera él enfermo, podría tener su trabajo”. Nos negamos a ver esto o lo racionalizamos
con excusas. Sin embargo, si vamos a vivir vidas realmente yóguicas debemos poner
bajo escrutinio cada área de nuestra vida.
Comer Yóguicamente
Por ejemplo, lo que comemos… ¿está nuestra dieta
en concordancia con una vida yóguica? Sé que la gente está aprendiendo mucho
sobre la comida sátvica, es decir, comida que es fresca, fácilmente digerible y
que lleva a la salud corporal y a la paz mental. Sin embargo, no voy a hablar
sobre los detalles de una dieta sátvica. Más bien, voy a preguntar simplemente,
“¿Eres vegetariano? ¿Enseñas el vegetarianismo a tus hijos?” No hay nada que
podamos hacerle virtualmente a nuestro cuerpo que sea más contrario a una vida
yóguica que comer carne.
¿Cómo podemos ser verdaderos yoguis, llenos de vida,
si nuestros cuerpos son cementerios para animales muertos? ¿Cómo podemos estar
en paz si nuestras elecciones alimenticias traen dolor y sufrimiento a otros?
Además, uno de los aspectos más importantes para
el “yoga para la vida diaria” es la honestidad. ¿Cuántos de nosotros nos
consideramos gente honesta? ¿Cuántos de nosotros podemos decir que no contamos
mentiras? Nos gustaría mucho creer que somos personas virtuosas, honestas y que
estamos pasando estos valores a nuestros hijos. Bien, si comemos carne, no
podemos decir que no contamos mentiras.
Éste es el por qué: si quisiéramos ser honestos
y aún así comer carne, tendríamos que salir, capturar una vaca viva y morderla directamente.
O tendríamos que ir a una de esas “granjas” de pollos, llevar el animal
mientras estuviera vivo, arrancarle la cabeza, arrancarle las plumas y
comérnoslo crudo.
Por supuesto, no hacemos eso. En cambio, pedimos
una hamburguesa. No podemos ni llamarlo por su nombre, menos aún podemos
matarlo nosotros mismos. Así que la llamamos ternera en vez de vaca, y la
escogemos empaquetada en limpias y buenas maneras que nos permitan olvidar lo
que comemos. ¿Cuánta gente se para y piensa que la cosa que hay entre el tomate
y el pan en una hamburguesa, solía ser una criatura viva y con aliento? ¿Que
era la cría de alguien?
No podemos. No podemos admitir para nosotros
mismos lo que estamos haciendo. ¿Cómo podemos entonces considerarnos personas
honestas si mentimos cada vez que comemos? No son mentiras que sólo causan
malentendidos; no son “pequeñas mentiras piadosas”. Son mentiras que están
matando a nuestro planeta, a nuestros animales y a nosotros mismos.
En esto consiste la verdadera vida yóguica,
contemplación e introspección. Nos preguntamos,
“¿qué derecho tengo a quitarle la vida a otro
ser vivo?”. Debemos parar y pensar sobre las decisiones que tomamos. Además, un
yogui es calmado; un yogui está centrado; un yogui está en paz, no en piezas.
No podemos estar calmados y en paz si comemos carne. La comida sangrienta lleva
a pensamientos sangrientos.
Comer un animal con hormonas de estrés
recorriéndole, lleva el estrés dentro de nosotros. Déjame explicarlo: cuando
los animales (incluidos los humanos) se ven amenazados, segregamos grandes
cantidades de hormonas. Estas numerosas hormonas son denominadas frecuentemente
adrenalina.
Su propósito es preparar nuestro cuerpo para la lucha, para salvar nuestras
vidas. ¿Te has dado cuenta alguna vez que cuando te asustas, muchas cosas
ocurren dentro de ti? Tu corazón late rápido, tu digestión se para, las palmas
de tus manos sudan y tus impulsos físicos se vuelven muy buenos y agudos. Esto
es resultado de las hormonas, y nos preparan para luchar o escapar. Por ello a
veces son denominas las hormonas “lucha o escapa”.
Cuando un animal está a punto de ser matado, su
cuerpo está inundado de estas hormonas de estrés que permanecen en los tejidos
del animal. Así que, cuando comemos esos tejidos, estamos ingiriendo esas
hormonas (que son las mismas que genera nuestro cuerpo). De este modo, nuestro
propio cuerpo se inunda de estos químicos “lucha o escapa”, volviéndonos más proclives
a los instintos básicos de supervivencia.
Así, el dicho “eres lo que comes” se vuelve
real. Si comemos hormonas de estrés, estamos comiendo terror y, por supuesto,
no es de extrañar que no encontremos la paz en nuestras vidas.
Así que, si eres vegetariano, genial. No sólo
mejorará tu salud, sino que cambiará la propia naturaleza de tu ser. Si no eres
vegetariano, entonces al menos piensa sobre ello. La vida yóguica es una vida
de contemplación, honestidad e integridad.
Además, el modo en que se prepara nuestra comida
es tan parte de nuestra salud general y de nuestra paz como lo que comemos. No
voy a entrar en todos los detalles aquí, ya que no hay espacio, pero es muy
importante que nuestra comida esté preparada con amor, con devoción y con
pureza.
La energía de la preparación es absorbida en la comida y, del mismo
modo que las hormonas de estrés afectan a nuestro propio torrente sanguíneo,
estamos psicológicamente afectados por la energía del cocinero y el lugar de
preparación. Por ello, recita, canta, medita mientras cocinas y anima hacia la
devoción a aquellos que cocinan para ti. Come comida pura y fresca. ¡Entonces
verás la magia!
Así que, si ser vegetariano y tener cuidado con
la comida que comes, es todo lo que puedes hacer por ahora, entonces hazlo.
Pero déjame ir más allá y explicar cómo dejar que el “yoga” sature cada aspecto
de tu vida. Porque recuerda que hay tanto yama como niyama.
Yoga no es simplemente
yama o controlar los bajos instintos. Es también niyama, el abrazo de y la adherencia
a principios y leyes más elevadas. Recuerda lo que dijimos sobre “sigue las
reglas y disfruta de tu estancia”.
Pero ¿cómo aplicar estas leyes en la práctica
diaria? ¿Cómo vivir y respirar realmente yoga en lugar de simplemente seguir
una serie de reglas como un robot? Déjame darte tres cápsulas, un multivitaminas,
que puedes tomar cada día. Si tomas las tres cada día, y dejas que saturen profundamente
tu ser, entonces experimentarás verdadera salud en cuerpo, mente y espíritu.Entonces podrás decir que realmente estás
practicando yoga.
Multivitaminas para la Salud Espiritual
MEDITACIÓN: La meditación es la mejor medicina
para todas las agitaciones. La gente tiene muchos problemas hoy en día
principalmente relacionados con el estrés de su vida. Para afrontar esta
ansiedad, este insomnio, esta inhabilidad para ser sencillamente felices, puede
que tomen píldoras o que llenen sus vidas de excesivos “placeres” materiales.
Por ejemplo, cuando la gente se siente estresada puede intentar olvidarlo yendo
al cine, emborrachándose o permitiéndose sencillos placeres sensuales. Sin
embargo, éstas no son las soluciones. No se enfrentan al asunto de fondo. Son
simplemente tiritas para una herida que es más profunda que la superficie.
Sin embargo, la meditación realmente calmará la
mente, llenará el corazón de alegría y traerá paz al alma; la serenidad y la
alegría duran a lo largo del día y a lo largo de tu vida. La meditación no es
una simple diversión que funciona sólo mientras estás practicándola activamente.
La meditación no es una píldora que rápidamente deja de tener efecto y que
acarrea desagradables efectos secundarios. Más
bien, la meditación te trae en contacto con Dios; cambia la propia naturaleza
de tu ser. Te trae de vuelta al mundo del que vienes: el reino de lo divino.
Mientras estés sentado en meditación, te darás cuenta de lo insignificante que
es aquello que te causa ansiedad; te darás cuenta de la naturaleza transitoria
de todos tus problemas. Te darás cuenta de la alegría infinita y de la paz sin
límites que vienen de Dios.
Aprenderás (o quizás ya hayas aprendido)
técnicas de meditación. No te preocupes si no puedes hacerlo perfectamente, o
si es difícil, o si no puedes recordarlo todo. Lo importante es hacerlo.
Hazte con un tiempo que sea “tiempo para la
meditación”. Está bien si es corto. No te preocupes. Sólo hazlo. No digas
“bueno, no tengo una hora para sentarme así que ni me molestaré”. Dedica 5
minutos a la meditación cada mañana. Entonces podrás ver la magia.
Luego deja que esta meditación se convierta en
tu vida. Sí, claro que uno debe tener un tiempo reservado para la meditación, y
debería haber un lugar silencioso y sereno en el que meditar. Sin embargo,
incluso cuando no es “tiempo de meditación” o incluso si estás fuera de casa,
lejos de tu “lugar de meditación”, no pienses que no puedes meditar.
Tómate 5
minutos en el trabajo para simplemente cerrar tus ojos, observar tu
respiración, enfocarte en la unidad de todos nosotros, y conectar con lo
divino. A la larga, el objetivo es permitir que tu vida se convierta en meditación.
NO REACCIÓN: Debemos aprender a ser más calmados
en nuestras vidas. Debemos aprender a permanecer estables y no sentirnos
afectados por todo lo que ocurre a nuestro alrededor.
Debemos ser como el océano. Las olas van y
vienen, pero el océano permanece. Incluso una gran roca tirada desde una gran
distancia con gran fuerza, sólo provocará ondas temporalmente en una pequeña
zona. La mayor parte del océano no se verá afectado.
Aún así, siempre estamos saltando
al océano, justo en medio de las olas, permitiendo que nos lleven. Esta es
nuestra elección. En cambio, debemos aprender a ser como el océano, no afectado
por estas pequeñas cosas transitorias.
Muchas veces actuamos como si fuéramos las olas
del océano. Arriba en un momento, y abajo el siguiente, cambiando con cada
ráfaga de viento, con cada barco que pasa. Sin embargo, no somos estas olas.
Estoy usando la analogía de las olas del océano, pero debes ser consciente de que
las olas de las que realmente hablo son las olas de la ira, de la ansiedad, de
los celos, de la avaricia y de la lujuria, que son tan amplias, tan fuertes y
tan inquietas como las olas del mar.
No somos olas, empujadas de un lado a otro por
cada brisa que pasa, por los cambios diarios de la luna. Sin embargo, actuamos
así.
Actuamos como si fuéramos bombillas y cualquier
persona que quisiera pudiera sencillamente encendernos o apagarnos. ¿No es
cierto? ¿No puede el más ligero comentario, mirada o acción de otra persona
cambiar nuestro humor en 180 grados? ¿No sucede frecuentemente que estamos de
un humor estupendo y alguien en la tienda de comestibles es grosero con
nosotros, o alguien nos adelanta en la autopista, o bien un amigo se muestra
frío y distante? Cualquiera de estas cosas puede cambiar inmediatamente nuestro
humor como si fuéramos bombillas.
Muchas veces escucho a la gente decir, “Estaba
de tan buen humor, y entonces él me llamó y me dijo lo que ella había dicho sobre mi” o “Esa llamada
sencillamente arruinó mi día”. Lo mismo ocurre en el sentido contrario. Estamos
tristes o deprimidos y recibimos una agradable llamada o carta en el correo o
comemos algunas buenas galletas. Luego nos sentimos mejor.
¿Cómo puede suceder esto? ¿Cómo puede, una
llamada o un comentario grosero de una persona, tener tanto control sobre
nosotros? ¿Somos tan volátiles en nuestros sentimientos que otros tienen más
poder sobre nuestras emociones del que tenemos nosotros mismos?
¿No somos más que eso? ¿No somos más grandes,
más divinos y más profundos que eso? ¿No hay más en esta existencia humana que
la ley de acción y reacción? Debemos aprender a mantener ese interruptor en
nuestras propias manos y dárselo sólo a Dios. De otro modo, seremos encendidos
y apagados, una y otra vez, durante todo el día y el único efecto será ¡que la bombilla
se quema!
Tomemos todo lo que venga como prasad (comida
bendecida), como un regalo de Dios.
Mantengámonos calmados y estables tanto frente a
la prosperidad como frente a la adversidad.
No debemos perder nuestra energía vital en esta
constante acción y reacción hacia todos los que nos rodean.
¿Pero cómo? ¿Cómo permanecer imperturbados por
las olas de la vida? ¡Es lo que se llama práctica espiritual! Siempre he dicho
que una de las mejores maneras de aprender la “no reacción” es a través del
silencio. Cuando estamos ansiosos, enfadados, tensos o frustrados, tendemos a
decir cosas que luego lamentamos; tendemos a permitir que nuestras palabras alimenten
la reacción en nuestros corazones. Así que aprendamos el poder del silencio.
El
silencio en el exterior llevará al silencio en el interior. Esta es la razón
por la que muchos santos y otras personas espirituales tienen “tiempo de
silencio”; es un tiempo para recordar que somos más que nuestras reacciones, un
tiempo para conectarnos a la Compañía de Seguros Divina, un tiempo para
recargar nuestras baterías interiores.
Así que aprendamos a enfrentarnos a las olas de
la vida con silencio, esto hará que la “no reacción” sea más fácil de alcanzar.
Había una vez un gran elefante cruzando un
puente de madera sobre un revuelto río. El puente era viejo y temblaba y se
tambaleaba bajo el peso del elefante. Mientras cruzaba el puente el elefante
escuchó una voz, “hijo, hijo” decía la voz. El elefante miró a su alrededor,
pero estaba solo. “Hijo, hijo” continuó la voz. Cuando el elefante alcanzó el
otro lado del río, vio una pequeña hormiga subirse a su nariz. “Hijo” gritó la
hormiga. “Casi derrumbamos ese puente, ¿verdad? Nuestro peso era tan enorme,
tan inmenso, que el puente casi se hundió bajo nuestros pies, ¿verdad hijo?”.
Por supuesto el elefante sabía que el peso de la hormiga habría sido totalmente
irrelevante en el caso que se hubiera derrumbado el puente. Y, por supuesto,
sabía que la pequeña hormiga no era su madre. Sin embargo, ¿qué bien habría
hecho entablarse en una batalla de egos con la hormiga? En cambio, el sabio y
calmado elefante simplemente dijo, “Tienes razón, madre, nuestro peso casi
rompió el puente”.
El elefante mantuvo su serenidad, mantuvo su paz
y su felicidad. Y a la hormiga se le permitió seguir creyendo en su propia
grandeza. Pero, ¿cuántos de nosotros podríamos ser como el elefante? ¿No
estamos siempre intentando reafirmarnos ante los demás? ¿No estamos siempre preparados
para disparar a cualquiera que traspase nuestro ego? Debemos imitar la gracia y
divinidad del elefante que sabía que sólo podía producirse daño en la pelea.
Debemos convertir la “no reacción” en el sutra, el mantra para nuestras vidas.
Entonces, y sólo entonces, conoceremos la
verdadera paz.
INTROSPECCIÓN: De este modo, por la mañana
empezamos con meditación. Todo el día practicamos la no reacción. ¿Y por la
noche? Introspección. Al final del día, un buen empresario siempre comprueba su
balance: ¿cuánto ha ganado, cuánto ha gastado? Del mismo modo, un buen profesor
revisa la puntuación de los exámenes de sus estudiantes: ¿cuántos aprobaron, cuántos
suspendieron?
Observando sus éxitos y fracasos, valoran como
de bien lo están haciendo. ¿Son los beneficios del empresario mayores que sus
pérdidas? ¿Están aprobando la mayoría de los estudiantes del profesor?
Del mismo modo, cada noche, debemos examinar el
balance de nuestro día: cuáles fueron nuestros éxitos, cuáles nuestros
fracasos. Y por todos los éxitos, todos nuestros “puntos positivos”, debemos
darle el mérito a Dios. Ya que realmente no hemos hecho nada excepto dejarle
trabajar a través de nosotros. Todo el mérito va a Él. Él es el que nos salva,
el que mantiene nuestra dignidad y nuestro éxito.
¡Sólo imaginen que Dios hubiera puesto una
pantalla de televisión en nuestra frente y todo lo que estuviéramos pensando
fuera retransmitido para que todo el mundo pudiera verlo! Todas nuestras
reacciones, todos nuestros sarcásticos comentarios internos, todas nuestras
opiniones, todas nuestras debilidades… sólo imaginen. ¡Nunca tendríamos éxito
ni tendríamos muchos amigos! ¿No es cierto?
Así que es por su gracia que el mundo no ve
nuestros pensamientos, sólo Él ve nuestros pensamientos. Por eso, le damos
gracias. Decimos, “Gracias Dios por traer éxito a esta empresa” o “Gracias Dios
por permitirme ser un cambio hoy en la vida de alguien” o sencillamente, “Gracias
Dios por todo lo que fue bien hoy”.
Nuestros fracasos, también debemos dárselos a
Dios. Por supuesto, el fallo es nuestro. Sin embargo, Él es tan misericordioso
y compasivo que insiste en que se los cedamos también.
Debemos decir, “Dios, por favor, toma estos
puntos negativos. Sabes que soy débil, sabes que no soy nada. Mira sólo por un
día todos mis fracasos, todos mis puntos negativos. No puedo pasar ni un solo
día acumulando tantos puntos negativos. Pero aún así me amas. Aún así, me proteges
para que el mundo no vea todos mis puntos negativos. Soy muy débil, pero tú me proteges”.
De esta manera, cada noche comprobamos nuestro balance y rezamos a Dios para que
nos ayude a tener menos puntos negativos, a hacernos más fuertes, a
convertirnos en mejores manos que realizan su trabajo, a darnos más fe y más
devoción.
Si practicamos estos tres puntos cada día,
entonces nuestras vidas se volverán hermosas. Del mismo modo que la práctica
diaria seria de un asana puede traer el brillo de la salud a nuestro cuerpo, la
práctica diaria seria de meditación, de no reacción y de introspección puede
traer el brillo de la paz, de la felicidad y de la divinidad a nuestras vidas.
Traducción
hecha
por
:
Janu
Mahtan
LA PRÁCTICA DE HATHA YOGA SIVANANDA
“La salud es riqueza. La paz mental es
felicidad. El yoga nos muestra el camino”. Esta frase de Swami Vishnudevananda
nos deja entrever algunos de los principios sobre los que se fundamenta la
escuela Sivananda; es decir, el yoga como una forma de buscar salud, pero
además como una poderosa técnica para facilitar la meditación y por lo tanto,
lograr una vida más plena. Pero el objetivo del yoga de Sivananda va más allá:
constituye toda una forma de vida para alcanzar una realización espiritual.
Aunque parezca un sistema muy metódico y
práctico (se basa en doce posturas, cinco puntos de yoga y cuatro caminos),
Sivananda es una de las tradiciones de yoga más místicas y completas que
existen. ¿Por qué? En el corazón de sus prácticas y preceptos está la sabiduría
de la antigua tradición del Vedanta, el Ayurveda, la filosofía yóguica y los
textos antiguos de la India, entre otros cuerpos de conocimiento filosófico,
psicológico, medicinal y espiritual.
Sivananda es una escuela inspirada en el yoga
clásico, aquel que abarca todos los aspectos de las doctrinas tradicionales de
yoga. Aborda con sus prácticas, principios, formación, talleres y cursos, así
como con sus características y espíritu, cada una de las enseñanzas y caminos
del yoga para impartir una formación integral. Enseña el yoga como una forma de
vida y una manera de educar la mente, el cuerpo y de alcanzar una evolución
espiritual.
La tradición (hoy, la Organización Internacional
Sivananda que comprende más de 80 centros y ashrams en el mundo entero) fue
fundada e inspirada espiritualmente en Swami Sivananda (1887-1963), quien
entrenó algunos discípulos en una formación de yoga enraizada en los orígenes
espirituales y en una síntesis de las diversas tradiciones relacionadas con
este conocimiento. Swami Vishnudevananda (1927-1913) fue uno de sus destacados
discípulos, y a quien fue encomendada la misión de expandir los principios del
yoga y el Vedanta en Occidente.
A través de la búsqueda de un cuerpo y una mente
saludables, la escuela Sivananda promueve la evolución espiritual. Para ello,
Vishnudevananda creó un sistema muy preciso, inspirado en la tradición yóguica
y en las enseñanzas de Swami Sivananda. Este sistema sintetiza los complejos
principios del yoga como filosofía en cinco puntos del yoga. A continuación
desarrollamos cada uno, retomando las explicaciones de Sivananda.
Cada práctica de yoga de Sivananda incorpora
cantos y mantras, saludos al sol como calentamiento, las doce posturas y
relajación. Además de esto, los fundamentos de la escuela comprenden también
los cuatros caminos del yoga clásico: raja yoga, jnana yoga, karma yoga y
bhakti yoga.
Ejercicio adecuado
Sivananda ve en el trabajo de asanas una manera
de fortalecer el cuerpo, la mente y la vida espiritual. Como otros estilos de
yoga que incorporan trabajo físico, busca a través de las posturas la
prevención de enfermedades, la apertura de canales energéticos y chakras, la
salud de la columna vertebral, la flexibilidad, el fortalecimiento de los
músculos y de los órganos internos, además de calmar la mente, entre numerosos
beneficios.
El cuerpo físico se considera fundamental para desarrollar
cualidades mentales y espirituales, por lo que se debe mantener en buena forma
si se quiere alcanzar una vida plena y una realización espiritual. El sistema
de Sivananda sintetiza los beneficios del hatha yoga en doce posturas, que
están siempre presentes en una práctica de yoga de esta escuela:
1. Parada de cabeza (Sirshasana)
2. Parada de hombros (Sarvangasana)
3. Postura del arado (Halasana)
4. Postura del pez (Matsyasana)
5. La pinza o flexión hacia adelante
(Paschimothanasana)
6. La cobra (Bhujangasana)
7. El Saltamontes (Shalabhasana)
8. El arco (Dhanurasana)
9. La torsión dorsal (Ardha Matsyendrasana)
10. El cuervo (Kakasana) o el pavo real
(Mayurasana)
11. La pinza vertical (Pada Hasthasana)
12. El triángulo (Trikonasana)
Respiración adecuada
La respiración adecuada a la que se hace
referencia en Sivananda se refiere a los ejercicios de pranayama y la
respiración yóguica (la respiración consciente, lenta y profunda y que utiliza
los pulmones en toda su capacidad). Esta se practica en Sivananda y otros tipos
de yoga para controlar la mente, reducir el estrés y la tensión en el cuerpo,
aumentar la energía y prevenir enfermedades. Los ejercicios de son Kapalabhati
y Anuloma Viloma.
El énfasis en la respiración está ligada a la ciencia yóguica
más tradicional, pues a través de la respiración obtenemos prana, la principal
energía vital.
Relajación adecuada
Esta relajación es mental, física y en últimas
espiritual. Los ejercicios de relajación se incorporan a la práctica porque
reestablecen el sistema nervioso y ayuda a prevenir las angustias, la fatiga y
el agobio del mundo exterior. La relajación recarga el cuerpo de vitalidad y
disminuye el consumo de energía, que se dispara con la sobreestimulación de los
sentidos, las tensiones, el mal humor y las preocupaciones.
Muchas veces el
cuerpo consume toda su energía en algún episodio y nos sentimos totalmente
exhaustos e incluso se pueden desarrollar dolores corporales y, a largo plazo,
enfermedades.
Dieta adecuada
Es uno de los puntos que enfatiza Sivananda
porque destaca el efecto que tiene la dieta en nuestro cuerpo, mente y
espíritu. Los alimentos, tanto su calidad como su naturaleza influyen lo que
pensamos, sentimos y lo que sucede en nuestro cuerpo en términos de energía,
nutrición, limpieza interna del cuerpo y salud. La dieta lacto vegetariana que
propone Sivananda para sus seguidores es natural, simple, fácil de digerir y
rica en nutrientes y evita elementos sobre estimulantes, tóxicos o que resten
energía al cuerpo.
Algunas de estas restricciones son carnes, huevos, cebolla,
ajo, azúcar, té o café, alcohol. Esta dieta sigue además el principio de no violencia
de la tradición yóguica e hindú.
Meditación y pensamiento positivo
La meditación es tal vez el punto más importante
para el yoga clásico. A través de la práctica meditativa diaria, (en Sivananda
la meditación se entiende como la concentración de la atención hacia el ser
para ignorar los pensamientos la mente, ligados a los sentidos), se está en un
estado de quietud tal que podemos ver nuestra verdadera esencia, el Ser.
La
meditación contribuye también al mejoramiento de la calidad de vida, a los
procesos naturales de sanación del cuerpo, al manejo del estrés. El pensamiento
hacia la vida debe ser positivo y creativo, pues su influencia es tan poderosa
que contribuye al bienestar de las células del cuerpo y a la capacidad de
disfrute.
ॐ DECÁLOGO PARA PRACTICANTES
1.Sé sobrio y equilibrado. Cultiva una vida, pensamiento y conducta rectos.
2.Haz el suficiente ejercicio en forma de una sencilla rutina de asanas y pranayama.
3.Siéntate cada día en una postura en la que puedas permanecer inmóvil durante un rato, espira lenta y profundamente, luego inspira y retén la respiración. Exhala muy despacio a continuación. Conseguirás tener una mente firme y tranquila.
4.Respira conscientemente mientras caminas.
5.Come con moderación alimentos frescos, nutritivos y fáciles de digerir y ayuna de vez en cuando.
6.No hables, ni comas, ni duermas demasiado. Reduce tu cantidad de pensamientos. No dejes que tu mente vagabundee.
7.Busca unos minutos cada día para la meditación en silencio, preferiblemente en las horas tempranas de la mañana y del atardecer. Sé regular en tu práctica. 8.Libérate en lo posible de las emociones, la ansiedad y los sentidos.
Incorpora a tu vida la paciencia, la perseverancia, la compasión, el amor y el perdón a los seres que te rodean y a tí mismo.
9.Cultiva siempre pensamientos positivos y sublimes. No olvides que te conviertes en lo que piensas, formando así tu propio carácter. Sé consciente de que con tus pensamientos creas la realidad que vives y te rodea.
10. No generes la mínima pena, dolor o infelicidad a nadie. Conserva tu energía mental y utilízala para la meditación y el servicio útil a la humanidad.
(Swami Sivananda)
2.Haz el suficiente ejercicio en forma de una sencilla rutina de asanas y pranayama.
3.Siéntate cada día en una postura en la que puedas permanecer inmóvil durante un rato, espira lenta y profundamente, luego inspira y retén la respiración. Exhala muy despacio a continuación. Conseguirás tener una mente firme y tranquila.
4.Respira conscientemente mientras caminas.
5.Come con moderación alimentos frescos, nutritivos y fáciles de digerir y ayuna de vez en cuando.
6.No hables, ni comas, ni duermas demasiado. Reduce tu cantidad de pensamientos. No dejes que tu mente vagabundee.
7.Busca unos minutos cada día para la meditación en silencio, preferiblemente en las horas tempranas de la mañana y del atardecer. Sé regular en tu práctica. 8.Libérate en lo posible de las emociones, la ansiedad y los sentidos.
Incorpora a tu vida la paciencia, la perseverancia, la compasión, el amor y el perdón a los seres que te rodean y a tí mismo.
9.Cultiva siempre pensamientos positivos y sublimes. No olvides que te conviertes en lo que piensas, formando así tu propio carácter. Sé consciente de que con tus pensamientos creas la realidad que vives y te rodea.
10. No generes la mínima pena, dolor o infelicidad a nadie. Conserva tu energía mental y utilízala para la meditación y el servicio útil a la humanidad.
(Swami Sivananda)
FUENTE:
No hay comentarios:
Publicar un comentario