16 septiembre 2011

LA LEY DEL EXITO

                
Como lograr prosperidad, salud y felicidad mediante el poder del espíritu.
                                                                    
de Paramahansa Yogananda


“Aquel que busca a Dios es el más sabio de los hombres; quien le ha encontrado es el más exitoso entre todos.”
Lo noble y nuevo
Canta canciones que nadie ha cantado,
Alberga pensamientos que nadie ha concebido,
Camina por senderos que nadie ha transitado,
Derrama lágrimas por Dios como nadie ha vertido,
Brinda paz a quienes ha brindado,
Reclama como tuyo a quien en todas partes es repudiado.
Ama con un amor que nadie ha sentido,
Y afronta la batalla de la vida con brío renovado.
Mi derecho divino de nacimiento
Fui creado a imagen de Dios y lo buscaré primeramente, asegurándome de establecer verdadero contacto con él; después, si es su voluntad, pueda todo lo demás -sabiduría, abundancia, salud- ser añadido como parte de mi derecho divino de nacimiento.
Deseo obtener éxito sin medido, mas no de fuentes terrenales, sino de las manos de Dios que todo lo poseen, que todo lo pueden, que todo lo dan.
  
La ley del éxito
¿Es posible que exista algún poder capaz de revelarnos ocultas vetas de riquezas y tesoros insospechados? ¿Existe alguna fuerza a la cual podamos recurrir en nuestra búsqueda de la salud, la felicidad y la iluminación espiritual? Los santos y sabios de la india afirman que tal poder existe. Ellos han demostrado la eficacia de los verdaderos principios espirituales, eficacia que puede ser también comprobada por cualquiera de nosotros, siempre que estemos dispuestos a estudiarlos y aplicarlos objetivamente.

Tu éxito en la vida no depende solamente de tu habilidad y entrenamiento personal, sino también de tu decisión para aprovechar las oportunidades que se te presentan. Las oportunidades se crean en la vida; ellas no vienen por azar. Todas las oportunidades que surgen en tu sendero han sido creadas por ti mismo, ya sea en la actualidad o en el pasado; un pasado que incluye tus vidas anteriores. Puesto que tú mismo te has ganado dichas oportunidades, has de aprovecharlas al máximo.
Si haces uso de todos los medios externos accesibles, así como también de tus habilidades naturales para vencer cada obstáculo que se presente en tu sendero, desarrollarás los poderes que Dios te ha otorgado: poderes ilimitados, que fluyen de los potenciales más íntimos de tu ser. Posees el poder de pensar y el poder de la voluntad: ¡utiliza al máximo tales dones divinos!

El poder del pensamiento

  
 Tu manifiestas éxito o fracaso de acuerdo al curso habitual de tus pensamientos. ¿Cuál es en ti la tendencia más fuerte: los pensamientos de éxito o los de fracaso? Si tu mente se encuentra por lo general en un estado negativo, un pensamiento positivo ocasional no será suficiente para atraer el éxito. Pero si piensas en forma correcta, llegarás a la meta aun cuando parezca que te envuelven las tinieblas.


Tu mismo eres el único responsable de tu destino. Nadie más responderá por tus acciones cuando llegue el momento del juicio final. Tu labor en el mundo -en la esfera en la cual te ha colocado tu propio karma, es decir, el efecto de tus acciones pasadas- no puede ser desarrollada sino por una sola persona: tú mismo. Y tu trabajo puede ser llamado, en verdad, un “éxito”, únicamente en la medida en que haya servido en alguna forma a tu prójimo.

No es aconsejable revisar mentalmente un determinado problema en forma constante. Conviene dejarlo descansar ocasionalmente, dándole así tiempo para que se aclare por sí mismo; pero cuida de que tú no descanses en forma prolongada que llegues a olvidarte completamente de discernir. Aprovecha, más bien, dichos períodos de reposo para profundizar más en tu interior, sumergiéndote en la honda paz de tu íntimo ser. Entonces, una vez que estés en armonía con tu propia alma, serás capaz de analizar todas tus acciones; y si adviertes que tus pensamientos o tus obras se han desviado de la meta, podrás corregir su dirección. Este poder de divina “sintonización” (o armonización) puede desarrollarse a través de la práctica y del esfuerzo.

 La voluntad es el motor

 Para triunfar en cualquier empresa, además de mantener tus pensamientos en un nivel positivo, debes emplear paralelamente el poder de la voluntad y una actividad continua. Todo el mundo de las manifestaciones externas no es sino el producto de la voluntad; mas dicho poder no siempre es empleado en forma consciente. Así como existe una voluntad consciente, existe también una voluntad mecánica. El motor de todos tus poderes es la volición, la “fuerza de voluntad”. Sin ella no puedes caminar, conversar, trabajar, pensar o sentir. La voluntad es, pues, la fuente de donde brotan todas tus acciones. Si quisieras suspender el ejercicio de la voluntad, sería preciso que permanecieses tanto física como mentalmente en la inactividad más absoluta, ya que en el mero acto de mover una mano, por ejemplo, estás haciendo uso de la voluntad. De hecho es imposible vivir sin hacer uso de esta fuerza.

La voluntad mecánica consiste en el empleo del poder la voluntad en forma inconsciente. La voluntad consciente es una fuerza vital que se acompaña siempre de determinación y de esfuerzo; es un motor que te entrenas en ejercer la voluntad en forma consciente, y no mecánica, debes paralelamente asegurarte de que los objetivos perseguidos por tal voluntad sean constructivos y valiosos.
Con el objeto de desarrollar el poder dinámico de la voluntad, es útil proponerse realizar alguna de las cosas que te hayan parecido irrealizables hasta aquí, comenzando primero por las más simples; luego, a medida que tu confianza se fortalece y tu voluntad se torna más dinámica, puedes intentar realizaciones más difíciles. Una vez que estés seguro de haber elegido bien tu meta, no debes aceptar por ningún motivo someterte al fracaso. Ha de dedicarse toda la fuerza de la voluntad a la consecución de un solo objetivo a la vez, sin dejar jamás algo a medio a acabar para emprender algo nuevo; se evita así la dispersión de energías.
 Puedes controlar tu destino
 
La mente es la creadora de todo. Es por ello que deberías dirigir tu mente en tal forma que solo cree el bien. Si te aferras a un determinado pensamiento, aplicando en ello tu fuerza de voluntad dinámica, dicho pensamiento llegara finalmente a manifestarse en forma externa y tangible. Y es así que, cuando eres capaz de utilizar tu voluntad con fines únicamente constructivos, te conviertes en el amo de tu propio destino.

Se han mencionado recientemente tres importantes vías a través de las cuales es posible activar la voluntad, tornándola verdaderamente dinámica: 1)elige una tarea sencilla o alguna actividad que jamás hayas dominado bien, y proponte desarrollarla en forma exitosa.2) asegúrate de que tu elección haya recaído sobre algo factible y constructivo a la vez, rechazando toda idea de fracaso.3) concéntrate en un solo objetivo, aplicando todas tus capacidades y aprovechando cuanta oportunidad se te presente para materializar tu propósito.

Mas debes siempre procurar obtener la certeza interior -nacida de la serena profundidad de tu mas intimo ser- de que lo que persigues es algo correcto, que te conviene conseguir, y que esta de acuerdo con los designios divinos. Una vez obtenida dicha seguridad, puedes entonces aplicar toda la fuerza de tu voluntad para alcanzar tu objetivo, pero manteniendo siempre tus pensamientos concentrados en Dios: la fuente suprema de todo poder y de toda realización.



El temor agota la energía vital
El cerebro humano es un almacén de energía. Dicha energía esta siendo constantemente utilizada en los movimientos musculares, en el trabajo del corazón, los pulmones y el diafragma, en el metabolismo de las células tisulares y sanguíneas y en la labor del sistema telefónico sensitivo-motor de los nervios. Además de todo esto, una tremenda cantidad de energía vital se consume en todos los procesos intelectuales, emotivos y volitivos.

El temor agota la energía vital; este es uno de los mayores enemigos de la fuerza de voluntad dinámica. La fuerza vital que fluye habitualmente a través de los nervios en forma constante, es exprimida de ellos de tal manera a causa del temor, que los nervios mismos se comportan como si estuviesen paralizados, y la vitalidad de todo el cuerpo se reduce. El temor no te ayuda alejarte del objeto que lo provoca, sino que solamente debilita tu fuerza de voluntad. Urgido por el temor, el cerebro genera un impulso inhibidor que actúa sobre todos los órganos del cuerpo, constriñendo el corazón, interrumpiendo las funciones digestivas, y provocando numerosas otras pertubaciones físicas. Cuando se mantiene la conciencia enfocada en Dios, no se puede abrigar temor alguno; se dispone entonces la capacidad para vencer todos los obstáculos, a través del valor y la fe.
  Un “deseo” es una aspiración carente de energía. Un deseo puede o no ser seguido de una intención, esto es, del proyecto de realizar algo concreto, de satisfacer, de hecho, un determinado anhelo. Mas querer dignifica decir: “trabajo y trabajare siempre, hasta que consiga cumplir mi deseo”. Toda vez que ejerces tu fuerza de voluntad, pones en acción el poder de la energía vital; mas no sucede así cuando deseas en forma meramente pasiva el poder conquistar un determinado objetivo.
Los fracasos deberían incitar a la determinación

Incluso los fracasos deberían actuar como estimulantes sobre tu fuerza de voluntad y sobre tu crecimiento material y espiritual. Toda vez que se ha fracasado en cualquier proyecto, es conveniente analizar cada factor en la situación, con el objeto de eliminar toda posibilidad futura de repetir los mismos errores.
La estación del fracaso es el periodo más propicio para sembrar las semillas del éxito. Aun cuando seas azotado por el látigo de las circunstancias, mantén la cabeza erguida. No importa cuántas veces hayas fracasado, trata siempre una vez más. Aun cuando creas que ya no podrás continuar luchando, o que has hecho ya todo cuanto podías, lucha siempre, hasta que tus esfuerzos se vean coronados por el éxito. Un breve relato aclarara el punto anterior.
A y b se encontraban luchando. Al cabo de un largo tiempo, a se dijo a sí mismo: “un momento más, y caeré desplomado”, mas, simultáneamente b pensaba: ¡”solo un golpe más, y habré triunfado!” Y, asestándolo, vio como a se desplomaba. Así debes ser tú: asesta siempre ese golpe final. Utiliza el invencible poder de la voluntad para superar todas las dificultades de la vida.
Cuando, luego de un fracaso, reinicias tus esfuerzos con renovados bríos, tales esfuerzos son verdaderos agentes de crecimiento; mas para que den fruto, deben estar bien planeados e imbuidos de una fuerza de voluntad dinámica y de una atención siempre creciente.

Supone que has fracasado hasta el presente. Sería necio, entonces, aceptar el fracaso como un decreto del “destino”. Es preferible morir luchando, antes que abandonar tus esfuerzos mientras exista aun una posibilidad de realizar algo más; pues, incluso cuando llegue la muerte, pronto deberás reiniciar tu lucha en otra vida. Tanto el éxito como el fracaso no son sino los justos resultados de tus obras pasadas, mas tus obras actuales. De modo que deberías estimular todos los pensamientos de éxito de tus vidas pasadas, hasta que, una vez revitalizados, se tornen capaces de dominar la influencia de todas las tendencias al fracaso que existan en tu vida presente.

La diferencia entre un hombre de éxito y un hombre fracasado no reside en la cantidad o magnitud de las dificultades con que se han enfrentado ambos, sino en que el primero, aun cuando haya afrontado quizás mayores dificultades, ha dominado el arte de rechazar siempre toda idea de fracaso. Deberías trasferir tu atención del fracaso al éxito, de las preocupaciones a la calma, de las divagaciones mentales a la concentración, de la inquietud a la paz, y de la paz a la divina dicha interior. Cuando alcances este ultimo estado de realización del ser, habrás cumplido gloriosamente con el propósito de tu vida.
 La necesidad del autoanálisis

 Otro secreto del progreso consiste en el autoanálisis. La introspección es un espejo en el cual te es posible contemplar algunos recodos de tu mente; sin su práctica, estos permanecerían ocultos a tu vista. Diagnostica la causa de tus fracasos y - haciendo un balance de tus buenas y malas tendencias- analiza lo que eres, lo que deseas llegar a ser, y cuales con los defectos que te lo impiden. Determina primero cual ha de ser la verdadera naturaleza de tu obra personal -es decir, cual es tu misión en la vida- para aplicarte luego a la tarea de transfórmate en lo que deberías y quieres ser. A medida que tu mente se mantenga cada vez mas enfocada en Dios, y te sintonices así con su voluntad, progresaras en tu sendero con una seguridad cada vez mayor.
Aun cuando tu propósito fundamental consiste en encontrar tu camino de regreso hacia Dios, tienes que desempeñar también una determinada labor en el mundo exterior. Y es la voluntad, combinada con la iniciativa, lo que te ayudara a reconocer y cumplir dicha labor.

 El poder creador de la iniciativa
¿En qué consiste la iniciativa? Ella es una íntima facultad creadora, una chispa del creador infinito en tu interior. Es ella quien te dota del poder de crear algo que nadie ha creado jamás, impulsándote a realizar las cosas en una forma nueva, original. Si observas las obras de un individuo de iniciativa, te parecerán tan espectaculares como un meteorito. Creando algo a partir aparentemente de la nada, dicha persona te demuestra lo que parece imposible puede tornarse posible, a través del empleo personal del tremendo poder inventivo del espíritu. La iniciativa te capacita para pararte sobre tus propios pies, libre e independiente; es uno de los atributos del éxito.
 Contempla la imagen de Dios en todos los hombres

 
Muchos son los que suelen justificar sus propias faltas, mas juzgan duramente las ajenas; deberíamos invertir tal actitud, excusando los defectos de los demás, mas examinando crudamente los propios.

  Puede que, en determinadas ocasiones, sea indispensable analizar a otras personas; en tal caso, lo importante es recordar que, en el acto del análisis, debes mantener tu mente libre de todo prejuicio. Si sostienes un buen espejo firmemente en tus manos, reflejara los objetos que coloques ante él en forma fiel, sin distorsión alguna, asimismo una mente imparcial actúa como un perfecto espejo firmemente sujeto, en el cual se reflejan fielmente las imágenes de las personas, sin ser distorsionadas por las oscilaciones de los juicios precipitados.

Aprende a ver a Dios en todos los hombres, independientemente de su raza o credo. Solo cuando comiences a sentir tu unidad con todo ser humano, conocerás que es, en verdad, el amor divino, y no antes. A través del servicio mutuo nos olvidamos de nuestro pequeño ser y vislumbramos al único ser infinito, al espíritu que une a todos los hombres.
Los hábitos del pensamiento controlan tu vida
  Los hábitos tienen el poder de acelerar o de retardar el éxito. Son tus hábitos mentales cotidianos los que modelan tu vida; ella no se rige tanto por tus inspiraciones pasajeros o brillantes ideas. Los hábitos del pensamiento fusionan como imanes, atrayendo hacia ti determinados objetos, personas o condiciones. Los buenos hábitos del pensamiento te capacitan para atraerte diversos beneficios y oportunidades, mientras que los malos hábitos del pensamiento te atraen hacia personas de mentalidad materialista y hacia ambientes favorables.
Si aspiras a acabar con un mal habito, debilítalo primero evitando toda circunstancia tendiente a provocarlo o a estimularlo, mas evita concentrarte en él, en tu celo por evadirlo. Encauza luego tu mente hacia algún buen habito, cultivándolo en forma constante, Haza que se convierta definitivamente en parte de tu ser.
Hay en nuestro interior dos fuerzas opuestas, entregadas a una lucha constante. Una de ellas nos insta a hacer lo que no debiésemos, mientras que la otra nos urge a realizar lo debido, lo que parece difícil; una es la voz del mal, y la otra es la voz del bien, o de Dios.


A través de duras lecciones cotidianas, algún día llegaras a ver claramente que los malos hábitos alimentan el árbol de los insaciables deseos materiales, mientras que los buenos hábitos alimentan el árbol de las aspiraciones espirituales. Deberías concentrar tus esfuerzos cada vez más en desarrollar exitosamente el árbol de la espiritualidad, de modo que puedas algún día cosechar del fruto maduro de la realización de tu verdadero ser.

Si eres capaz de liberarte de todo tipo de malos hábitos, y eres capaz de actuar correctamente porque te  nace hacerlo - y no solamente con el objeto de evitar el dolor que acompaña a una mala acción- sabrás entonces que estas progresando de verdad en el espíritu.
 Solamente cuando desechas de ti todos tus malos hábitos, eres verdaderamente libre. Tu alma jamás conocerá la libertad mientras no llegues a ser el verdadero amo de ti mismo, mientras no seas capaz de obligarte de realizar lo debido, aun cuando no lo desees. En este poder de autocontrol, yace la semilla de la libertad eterna.
Se han mencionado ya diversos importantes atributos del éxito: los pensamientos positivos, la voluntad dinámica, el autoanálisis, la iniciativa y el autocontrol. Numerosos libros populares destacan una o más de estas condiciones, mas no prestan atención alguna al poder divino que yace en fondo de todas ellas. La “sintonización” (armonización) con la voluntad divina constituye el factor más importante para atraer al éxito.
El poder de la voluntad divina es la fuerza que mueve el cosmos y todo cuanto hay en él. Fue la voluntad de Dios la que arrojo las estrellas en el espacio y es su voluntad la que sostiene a los planetas en sus orbitas, y dirige los ciclos de nacimiento, crecimiento y decadencia en todas las formas de la vida.

 El poder de la voluntad divina
La voluntad divina no conoce fronteras; opera a través de las leyes tanto conocidas como desconocidas, tanto naturales como aparentemente sobrenaturales. Ella puede modificar el curso de un destino, resucitar a los muertos, arrojar montañas al mar, y crear nuevos sistemas solares.

El hombre, creado a imagen de Dios, posee también en su interior esa misma omnipotente fuerza de voluntad. La suprema responsabilidad del hombre consiste en descubrir cómo mantenerse en armonía con la voluntad divina; y ello se logra a través de la práctica de la meditación (1) en forma correcta.

(1) La meditación es aquel tipo especial de concentración en la cual la atención se ha liberado -mediante la aplicación de técnicas científicas de yoga- de la inquietud del estado en que se es consciente del cuerpo, para enfocarse totalmente en Dios. Las lecciones de self-realization fellowship proporcionan instrucción detallada sobre esta ciencia de la meditación (nota del editor).

Cuando actúa guiada por el error, la voluntad humana nos extravía; mas cuando es guiada por la sabiduría, dicha voluntad humana se encuentra sintonizada con la voluntad divina. Dios abriga un plan para cada uno de nosotros, y si pudiésemos seguirlo fielmente, contaríamos con una guía interior que nos salvaría de los abismos de la desgracia; más frecuentemente su plan se ve oscurecido por los conflictos de nuestra vida, y perdemos así dicha guía.

Dijo Jesús: “cúmplase tu voluntad”. Cuando el hombre sintoniza su voluntad con la voluntad de Dios -la cual opera guiada por la sabiduría- la esta de hecho empleando la voluntad divina. Todos los hombres pueden llegar a alcanzar la armonía perfecta con la voluntad del padre celestial. Por medio de la práctica de las técnicas correctas de meditación, desarrolladas en la antigüedad por los sabios de la india.

 Del océano de la abundancia
 Tal como todo poder yace en la voluntad divina, así también todo don espiritual y material fluye de la inagotable fecundidad divina. Con el objeto de capacitarte para recibir los dones de Dios, debes desterrar de tu mente toda idea de limitación y de pobreza. La mente universal es perfecta y no conoce carencia alguna: si deseas ponerte en contacto con tal infalible fuente de abastecimiento, debes mantener en tu mente una conciencia de abundancia, aun cuando no sepas de donde podrá llegarte el próximo centavo, evita toda aprensión. Si realizas tu parte en la faena, confiando en que Dios realizara la suya, descubrirás que misteriosas fuerzas vienen en tu ayuda, y que tus deseos constructivos se materializan prontamente. Semejante confianza, así como también una conciencia  de abundancia, se logran por medio de la meditación.

Puesto que Dios es la fuente de todo poder, paz y prosperidad, no persigas tus deseos ni te pongas en acción jamás, sin comulgar con el primero. Al proceder de esta forma, pondrás tanto tu voluntad como tu actividad en la disposición adecuada para conquistar las más altas metas. Tal como no puedes transmitir ningún mensaje a través de un micrófono arruinado, tampoco es posible emitir plegaria alguna mediante un micrófono mental descompuesto por la inquietud. Repara, por lo tanto, tu micrófono mental y aumenta la receptividad de tu intuición, por medio del ejercicio de una profunda calma interior; de esta forma te capacitaras tanto para transmitirle tus mensajes a Dios de manera efectiva, como para recibir sus respuestas.

 La vía de la meditación
Una vez que has reparado tu radio mental y te encuentras serenamente sintonizado con vibraciones constructivas, ¿cómo puedes hacer uso de dicho instrumento psicológico para ponerte en contacto con Dios? El método correcto de meditación te aporta la vía.
A través del poder de la concentración y de la meditación, es posible encauzar el inagotable potencial de tu mente en tal forma que te conduzca hacia la materialización de tus deseos, protegiendo a la vez todas las puertas contra la entrada del fracaso. Todos los hombres y mujeres de éxito dedican un tiempo considerable a la concentración profunda. Ellos son capaces de sumergirse hondamente en el océano de sus propias mentes, descubriendo allí perlas de las soluciones correctas para los problemas que les preocupan. Si aprendes como retirar tu atención de todos los objetos de distracción, concentradora por entero en un solo objeto, aprenderás también como atrae a voluntad todo cuanto necesites.

Antes de comprometerte en cualquier asunto de trascendencia, siéntate serenamente, aquieta tus sentidos y tus pensamientos, y medita profundamente; será guiado entonces por el gran poder creadora continuación, deberás emplear todos los medios materiales necesarios para conquistar tu meta.

No necesitas en tu vida sino solamente aquellos objetos que te servirán de ayuda en la realización de tu propósito fundamental. Todo aquello que tal vez deseas, mas no necesitas, puede desviarte de tal propósito. Solo se alcanza el éxito cuando se subordina todo lo demás en función de tu objetivo primordial.
 El éxito se mide por la felicidad
Piensa detenidamente si acaso la conquista de la meta que has elegido te significara o no el éxito. ¿Qué es lo que constituye el éxito? Si dispones, por ejemplo, de salud y de riquezas, mas tienes conflictos con todo el mundo -incluso contigo mismo- entonces tu vida no es ciertamente exitosa. Vana se vuelve tu existencia cuando no puedes encontrar en ella la felicidad. Cuando pierdes tu fortuna, has perdido poco; cuando pierdes la salud, has perdido algo de mayor trascendencia; mas cuando pierdes tu paz mental, entonces has perdido, en verdad, el mayor tesoro.

El éxito, por lo tanto, debería medirse por el criterio de la felicidad, es decir, por tu capacidad para permanecer en serena armonía con las leyes del cosmos. No es posible medir correctamente el éxito aplicando los barómetros mundanos de la riqueza, el prestigio y el poder, ya que ninguno de ellos garantiza la felicidad, salvo que sean empleados en forma correcta. Y para poder hacer un uso correcto de tales dones, debemos poseer sabiduría, y amar a Dios y a los hombres.

Dios no te premia ni te castiga. El te ha dotado del poder de auto premiarte o de auto castigarte, por medio del uso o abuso que hagas de tu propia razón y de tu fuerza de voluntad. Cuando se trasgreden las leyes de la salud, la prosperidad y la sabiduría, inevitablemente se debe sufrir la enfermedad, la pobreza y la ignorancia. Así pues, deberías fortalecer tu mente, y rehusar continuar soportando la carga de tus propias debilidades psicológicas om orales, adquiridas en el pasado: quémalas en el fuego de tus divinas resoluciones presentes y de tus buenas obras actuales; a través de esta constructiva actitud, alcanzaras la libertad.

La felicidad depende en cierto grado de las condiciones externas, pero, fundamentalmente, de nuestras actitudes mentales. Para ser felices deberíamos poseer buena salud, una mente equilibrada, una vida prospera, un trabajo adecuado, un corazón agradecido y, sobre todo, sabiduría o conocimiento de Dios.

Si adoptas la firme resolución de ser feliz, ello te ayudara. No esperes que las circunstancias se modifiquen, pensando erróneamente que es en ellas en donde yace el problema. No hagas de la infelicidad un hábito crónico, afligiendo así a quienes te rodean y a ti mismo. El hecho de que seas feliz constituye una verdadera bendición, tanto para ti mismo como para los demás. Si posees la felicidad, lo posees todo; ser feliz es estar en armonía con Dios. Tal capacidad de ser feliz viene a través de la meditación.

 Permite que el poder de Dios guié tus esfuerzos
Pon en acción el poder que ya tienes, empleándolo en propósitos constructivos, y desarrollaras así mayor poder. Avanza en tu sendero con una actitud de inquebrantable determinación, empleando todos los atributos del éxito en tu empresa. Sintonízate con el poder creador del espíritu. Estarás entonces en contacto con la inteligencia infinita, capaz de guiarte y de resolver todos los problemas. Así, desde la dinámica fuente de tu ser, manará un ininterrumpido flujo de poder que te capacitara para desempeñarte en forma creativa en cualquiera esfera de actividad.

Antes de decidir cualquier asunto de trascendencia, siéntate en silencio, pidiéndole al padre su bendición. Si obras así, en el fondo de tu mente, estará su mente; y en el fondo de tu voluntad, su voluntad. No puedes fracasar si Dios trabaja contigo; y cuando así sucede, todas tus facultades aumentan su poder. Cada vez que realizas tu trabajo con la idea de servir a Dios, recibes sus bendiciones.

Aun cuando tu trabajo en esta vida sea humilde, no te sientas obligado a justificarte por ello; siéntete más bien orgulloso de estar cumpliendo con la tarea que el Padre te ha dado. El te necesita en tu lugar particular, no todos pueden desempeñar el mismo papel. Mientras trabajes con el objeto de complacer a Dios, todas las fuerzas cósmicas colaboraran armoniosamente contigo.

Cuando convenzas a Dios de que le deseas a él por encima de todo, estarás en armonía con su voluntad. Cuando continuas buscándole, a pesar de todos los obstáculos que surgen a tu paso para alejarte de él, estas la voluntad humana en su forma más altamente constructiva. Y es en esta forma como pondrás en acción la ley del éxito, conocida por los sabios de la antigüedad, y comprendida por todo ser humano que haya alcanzado el verdadero éxito. El poder divino esta en tus manos, si realizas un decidido esfuerzo por hacer uso de él para alcanzar la salud, la felicidad y la paz. En la medida en que abarque estas metas en tu vida, avanzaras ciertamente por el camino de la autorrealización (o realización de tu ser espiritual), hacia tu verdadera morada en el Señor.



Afirmación

Padre celestial, yo razonare, ejercer mi voluntad y actuare, mas te pido que seas tu, padre celestial, quien guié siempre mi razón, mi voluntad y mi acción, hacia la meta correcta.







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